Su vida ha estado marcada por los sismos. Francisco Rodríguez es uno de los 16 bebés que fueron rescatados del Hospital Juárez después del sismo de 1985. Su madre murió bajo los escombros del hospital y él fue adoptado por sus tíos maternos.
Yo nací el 15 de septiembre, totalmente sano, pero mi madre decidió operarse para ya no tener más hijos, así es que nos quedamos más días para su recuperación.
En el momento del sismo estábamos ahí. Mi mamá intentó salir, pero al parecer le cayó una trabe encima y murió instantáneamente”, dijo Francisco.
De todos los bebés milagro rescatados, él fue el más afectado pues una varilla atravesó su cadera, su pequeño fémur se infectó y tuvo que ser intervenido quirúrgicamente.
También fue operado de la quijada pues tenía un problema al comer, derivado de los fuertes golpes que sufrió en el colapso del hospital.
Tuve que recibir ayuda sicológica. Mi infancia fue un poco dura porque me encantaba el futbol y no pude jugarlo profesionalmente por lo mismo.
Siempre quise manejar motocicletas y no pude; eso fue lo que realmente me frustró, pero afortunadamente ya lo superé”, asegura Francisco, mientras camina rengueando, pues ésa es una de las secuelas físicas que le quedaron.
El destino lo eligió dos veces. El pasado 19 de septiembre, la fuerza de la naturaleza recordó a Francisco la fragilidad de la vida. Estaba en su casa cuando de pronto la tierra empezó a moverse con violencia, su cama comenzó a brincar, la vitrina se vino abajo, las puertas se azotaron. Fue un caos de menos de un minuto, pero pensó que iba a morir.
Pude salir con trabajos, pero me di cuenta que las columnas del edificio estaban por vencerse, los locales comerciales de abajo estaban destruidos, algunas paredes y escaleras se habían derrumbado”, señaló.
El edificio ubicado en Calzada del Hueso 713, donde vivían 40 familias, incluida la de Francisco, está a punto del colapso.
Francisco vivía en un departamento en ese inmueble con sus padres, su esposa e hija y ahora el edificio tendrá que ser demolido.
Aunque no hay fecha definida para que tiren el inmueble, desde el 19 de septiembre se encuentra sin hogar, acampando en el parque cercano a su hogar.
Sólo pude regresar por mi computadora y las escrituras de mi casa.
Al parecer todos perderemos refrigeradores, lavadora, televisiones, todas nuestras pertenencias pues el edificio podría caerse en cualquier momento. Hay noches en que el edificio cruje por el movimiento de los autos que pasan al lado”, señaló.
De acuerdo con Patricia González, una de las afectadas, la mitad de los que habitaban este inmueble son pensionados o personas de la tercera edad que habían asegurado su patrimonio, pero ahora deberán comenzar desde cero, si es que las condiciones se los permiten.
La ayuda está por definirse pero ni Francisco ni los demás damnificados se dan por vencidos.
Siempre he trabajado en gasolineras pero estoy por terminar la carrera de Derecho y voy a estudiar la maestría. No me confío de la ayuda de las autoridades, lo único que pido es un trabajo para poder ofrecerle algo mejor a mi familia” finalizó Francisco.
Cortesía de Excelsior.