Por Jerónimo Gurrola Grave
Resulta sorprendente el grado de ingenuidad, ignorancia e irracionalidad de algunas personas, que con poder son un serio peligro para la sociedad. Así me pareció, por ejemplo, el presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando en su acostumbrada mañanera agraviadora, el pasado viernes 3 de marzo, cuando le preguntaron por qué aún no ha habido consecuencias contra la Ministra, su candidata a ocupar la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a pesar de estar documentado el plagio sus tesis de licenciatura y doctorado.
En lugar de contestar la pregunta que le hicieron, el presidente instintivamente, sin reflexionar como siempre y acostumbrado a la maña, reviró airado, que igualmente nadie hizo nada ante el gran plagio de 2006, cuando se declaró ganador al panista Felipe Calderón y en la que él acusó el fraude electoral. (Igual) “Como no pasó nada cuando se robó Calderón la presidencia y no dijeron nada, fue un gran plagio, porque se robaron la presidencia de México y no se quejó nadie, nada más nosotros. Los periodistas no, y los intelectuales tampoco, ni los del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Lo de la ministra Esquivel lo han inflado”, dijo.
Pero ciertamente, como dijo el mismo López Obrador, el tema de los plagios de la Ministra Yasmín Esquivel ya está muy “choteado”, no es nota. Todo mundo sabe que es una tramposa fotocopiadora, que él quiso imponer para para avalar sus maniobras desde el Poder Ejecutivo y validar las próximas elecciones de 2023 y 2024. Ese no es el asunto a tratar en esta ocasión, sino su cinismo, al acusar, amenazar a sus opositores y encubrir todas las tranzas que a ojos vistas cometen él y sus partidarios.
Ha sido muy evidente para todos los mexicanos su necedad de querer controlar el árbitro electoral, primero con su propuesta de reforma rechazada al no lograr el respaldo de las dos terceras partes de los Diputados y ahora con su llamado Plan B, puesto en práctica a partir del día jueves 3 de marzo, después de su publicación en el Diario Oficial de la Federación con el claro objetivo de desmantelar al INE como árbitro electoral y amenazando el voto libre de la ciudadanía, que puede llevar a los ciudadanos a una peligrosa situación de violencia y una regresión democrática en detrimento de las conquistas ciudadanas de muchos años.
A pesar de que AMLO sostiene que fortalecerá la democracia y reducirá la influencia de intereses económicos en la política, lo cierto es que, como recientemente publicó en un documento el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM sobre el Plan B, de ratificarse por la Corte, se habrán cometido impunemente una enorme cantidad de inconstitucionalidades y será la reforma electoral más regresiva en la historia de la democracia mexicana, teniendo como consecuencia el litigio electoral más complejo de la historia constitucional del país.
Con la publicación del Plan B y la calculada desarticulación del INE con el pretexto de reducir el gasto, también se rebaja el Servicio Profesional Electoral Nacional, al fusionar su estructura con los Organismos Locales Electorales; se mantenerse “la estructura ocupacional mínima”, no tendrán estructuras municipales o distritales permanentes y estas sólo se instalarán durante los procesos electorales con un máximo de tres consejeros electorales.
El titular de la Secretaría Ejecutiva ya no estará facultado para nombrar a los integrantes de las juntas locales y distritales ejecutivas, ni realizará el anteproyecto de presupuesto del INE para someterlo a consideración del presidente del Consejo General, etcétera. Toca a la SCJN resolver conforme a derecho y poner en su lugar al conflictivo López Obrador con funciones de presidente de su partido, mediante las controversias interpuestas contra las Cámaras de Diputados y Senadores y el Secretario de Gobernación.