Changoléon, es el apodo de un indigente, un ser humano que, como muchos, vive en la calle, sin hogar, como resultado de un modelo económico injusto, inequitativo y depredador denominado capitalismo, estos individuos son invisibilizados por los prejuicios de un modelo de pensamiento racista y fascista. Este apodo quiso ser utilizado por legisladores del Partido Acción Nacional para ofender al diputado Gerardo Fernández Noroña, pero como buen mexicano alburero, Fernández Noroña agarró por los cuernos el adjetivo y asumió al Chango y al León como sus nahuales, esas criaturas silvestres que protegen el alma de cada mexicano.
El epíteto zahiriente de “Changoleón” se transformó en una bandera: el rescate de las culturas ancestrales y la lucha por una sociedad de bienestar donde ningún ser humano tenga que sufrir las inclemencias del tiempo, el hambre o la soledad. En este juego del albur, el “ofendido” asume la “ofensa” y la convierte en fortaleza para ganarle la partida al ofensor. Así, la invitación de Gerardo Fernández Noroña al pueblo para formar Comités “ProChingoléon” y de esta forma apoyar su iniciativa de alcanzar la candidatura y poder ser el relevo de Andrés Manuel López Obrador en 2024, es una respuesta alburera al PAN, porque en política, como en la vida callejera, dice el refrán “el que se enoja pierde”, y el albur es el juego de la palabra, la habilidad de responder aprovechando lo expresado por el otro.
La derecha, esos que defienden la riqueza obtenida por la explotación de la fuerza de trabajo, la corrupción, los privilegios, que creen que por sus venas corre sangre europea y desprecian lo nativo, que consideran que la generación de fuentes de empleo es un beneficio del gran capital a los pueblos, y no un mecanismo para expoliar la plusvalía generada por la energía humana, que piensan que el color de la piel es una diferencia fundamental y que condena a quienes no la poseen de color blanco. Y también, quienes sin riqueza material, sirven a sus amos incondicionalmente. Todo este grupo social no sabe dialogar, no argumenta, su discurso es el odio, la mentira, la misoginia, la xenofobia, la homofobia, la violencia contra los niños, las mujeres, las personas de la tercera edad, contra las características físicas y corporales diversas.
Los nahuales representan para los mexicanos nuestra forma silvestre, la zooforma que adquirimos cuando se necesita de las habilidades de esos seres poderosos. El mono, chango, simio, macaco o mico, es el nahual maestro de la sabiduría, de las artes y cuenta con mucha fuerza espiritual, quienes poseen este nahual son tejedores de sus propias decisiones. Por su parte las personas con nahual felino como el león, el jaguar, el puma, el tigre son fuertes, vigorosas, protectoras de los cerros, las planicies y las montañas, las personas vinculadas a este nahual son capaces de enfrentar cualquier problema en la vida. Cada uno de los mexicanos poseemos nuestro nahual, para poder aprovechar esa fuerza energética es necesario reconocerlo y alimentarlo, no con riquezas materiales sino con afectos, amando al prójimo como a uno mismo.