Escribe.-Edilzar Castillo.-
Dedicado a mi amigo Fernando Roque Soto Martínez, como un cálido homenaje a su persistencia en promover la cultura, la cual fue reconocida en los recientes Juegos florales de esta ciudad.
En esa ciudad de San Juan del Rio, Qro. Coincidí, en la presentación de un libro con el personaje que ocupa esta narración, antes habíamos compartido algunos actos públicos de carácter literario, me llamaba la atención su aspecto, pero más su actitud, a pesar de tener puntos de apreciación literarios similares, él mostraba una personalidad misteriosa y circunspecta, sin embargo, en convivencia social él siempre es muy tratable y afable; además edita una revista literaria, en la cual a veces colaboro. En una ocasión Fersoma dijo, vamos a mi casa, quiero enseñarte unas revistas.
Nos enfilamos a su domicilio, Llegamos a un vecindario, donde destacaba, precisamente su casa, la cual estaba recién pintada de color amarillo, y mostraba una torre que la hace diferente al resto de las demás, el ingreso, por cierto, fue por una pieza que la hace de una tímida cocina, invadida, no por los objetos usuales de ese espacio, donde aguardan un cumulo de figurillas y pequeñas estatuas, quienes conviven entre mendrugos de alimentos, construyen un paisaje sui generis, lo visto sólo fue hasta ese momento el preámbulo del asombro de lo que más adentro se encuentra. En la pieza, que simula el espacio destinado a una sala, irrumpe una gran pila de objetos dispuestos sin ton ni son, el impacto es de un hacinamiento de cosas dispersas de alguien que posee un alto afán, me dio la idea de un panteón o museo de alguien que no quisiera ver muerto su pasado, algo así como un mausoleo de sus deseos, con esos objetos de seducción. Lo que siguió, fue una infinidad de cosas, entre lo que se puede mencionar, Libros, Revistas, Estatuas, Estatuillas, Pilas de comics, Fotografías, por citar algunas, que subyacen en la incomprensión humana, Juguetes, Carteles, Películas, Discos, y diversos elementos de singular característica, viviendo todos ellos, en un aislamiento voluntario, en los estantes grises, en comunión con el polvo, quienes habitan sin ninguna relación entre sí, sin conciencia de lo que son.
Ahí comprendí la misteriosa personalidad del efímero amigo y compañero, él es un Coleccionista, obsesivo, aglomerador, así transcurre su vida, para enfrentar el tedio de la cotidianeidad, sin embargo, apasionado, convive solitario en un culto a las curiosidades y rarezas, apartado del miedo al olvido donde se aloja la imperfección; dedicado a buscar, la más íntima rareza, remueve el cielo y la tierra para conseguir eso, que quizá sea sólo un capricho, connotación de unicidad, para experimentar un fugaz y orgásmico placer de acopio y de pertenencia, un disfrute inmaterial, abstracto, espontaneo, inexplicable, que a su vez denota algunas carencias de pueriles placeres, cada quien labra o construye su propia percepción de la belleza, cada quien con su caprichosa forma de vivir, eso es autenticidad. Cada quien con sus tesoros ocultos, con sus anécdotas tan singulares, cada quien con sus delirios, sin memoria, cuando, sólo él conoce su colección, nunca terminada. Ser un coleccionista así, me refleja su ipseidad sincera, ya que no oculta su afición, desnudo de hipocresía, sin guardar apariencias, comparte su pluralidad, su libertad de elección, en ese orden de su desorden.
En este atribulado mundo, casi todos somos coleccionistas, quizá seamos iguales de absurdos, pero nos escondemos, ocultamos esa locura muy nuestra, esa magia, ese amor, coleccionamos algo diferente, pero no lo explicamos a la vida, convivimos solo en un auto deleite personal, ajeno a cualquier razonamiento.
Por eso, Fersoma, quien ahora es mi gran amigo, mi cuate como se dice, juntos hemos afrontado muchos retos principalmente literarios, mientras él se decanta por ese estilo de seguir este mundo encontrando una manera de sentirse bien o una manera quizá de evadir la muerte, porque cuando algún día encuentre el objeto final de colección, el coleccionista se acabará, junto con sus pasiones, junto con su esencia.
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