Escribe:-Fernando Roque
“Si el cine no existiera podría haberme convertido en director de circo “-F.F.
Este 20 de enero Fellini habría cumplido 100 años, por tal motivo lo recuerdo para ustedes, apreciables lectores de Bitácora (a la que felicito por sus 12 años de vida). Primero fue guionista de Roberto Rosellini (aunque nunca hizo cine neorrealista) al llegar a Roma desde su natal Rímini. Cuando el nombre de un personaje se utiliza como adjetivo es porqué el consenso general homenajea a dicho personaje (“Cantinflesco”) es el mejor ejemplo como referencia al habla enrevesada que envuelve en un laberinto verbal al escucha, el cual al final se da cuenta que no le dijeron nada). Pues bien, sin perder el hilo de Ariadna, el cine de Fellini es fellinesco por estrambótico, farandulero, exagerado, circense, granguiñolesco, así sea en sus películas en blanco y negro como “La calle” (La Strada), “Noches de Cabiria”, “La Dulce Vida” como en colores chillantes: “Payasos”, “Roma”, “Casanova”, “El Satyricón”, “Ginger y Fred”, “La nave va. . .”. Su primera cinta reconocida “El jeque blanco” es un homenaje a la fotonovela. En “La calle” su esposa Giulietta Masina representa a una payasa maltratada brutalmente por el hombre fuerte (el mexicano Anthony Quinn). Primer cinta en ganar el Óscar a película extranjera. La misma Masina actúa a una prostituta inocente de noble corazón en “Las Noches de Cabiria”, luego llevada al teatro musical como “Dulce Caridad”. Su alter-ego fue el actor Marcello Mastroiani, en “La Dolce Vita” de dónde salió el término “paparazzi” para los fotógrafos que persiguen a las celebridades como moscas a la miel, y en su cinta autobiográfica “Ocho y medio” como un director de cine que se ha quedado sin inspiración. En “Amarcord” nos devela sus secretos infantiles como el de su amor infantil por la obesa prostituta Saragina. Me quedo con la escena de su película “Entrevista” dónde después de varios años y los estragos de la vida en sus caras y cuerpos, la bellísima Anita Ekberg y Marcello Mastroiani se reencuentran viendo la famosa escena de “La Doce Vita” en la cual ella lo invita a que entre con ella en La Fontana di Trevi, plena de sensualidad (aunque cuando la filmaron se estaban congelando). La tristeza evidente en sus miradas nubla la pantalla de nostalgia.
FELLINESCO FELLINI
