Joaquín Antonio Quiroz Carranza
La esquizofrenia, según las ciencias médicas, es un trastorno que afecta el cómo piensan, sienten y se comportan las personas, de forma que se presentan dificultades para distinguir entre lo que es real o imaginario, percibiéndose obstáculos para expresar emociones normales en determinadas situaciones sociales. La denominada pandemia cambió las formas de pensar, sentir y comportarse de una gran cantidad de personas, quienes a pie juntillas, y sin el menor pensamiento crítico, creyeron de forma absoluta todo lo relacionado con este evento, sin escrutar y criticar lo que los medios de desinformación y las autodefinidas “autoridades sanitarias” decidieron sobre el resto de la población.
En este tema siempre sale a colación la expresión de “pero sí hubo fallecidos”, y hay que explicar que sí, que efectivamente siempre y en todo momento, con pandemia o sin ella existen fallecidos, y que son dos cosas muy diferentes morir “con” covid-19 o morir “por” el coronavirus. Las cifras globales describen que el 80% de los fallecidos padecían al menos una enfermedad crónico-degenerativa, y en la mayoría de los casos más de una: obesidad, diabetes, hipertensión, epoc, enfermedades renales, inmunosupresión, entre otras. Enfermedades todas ellas causadas por un estilo de vida anómalo resultado de un modelo civilizatorio.
En cifras globales los fallecidos que se le achacaron al virus fueron de 2.5 millones durante cada uno de los años de la pandemia, en total 5 millones aproximadamente. De lo que se habló muy poco fue que el Covid-19 representó la causa de fallecimiento número 12 durante esos dos años (todos estos datos son proporcionados por la Organización Mundial de la Salud), siendo las 11 causas primeras: Situaciones cardiovasculares con 19.9 millones de fallecidos, cardiopatía isquémica 9 millones, cáncer 9 millones, tabaquismo 8 millones, situación cerebrovascular 6 millones, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (epoc) 4 millones, enfermedades respiratorias (sin incluir covid-19) 3.9 millones, hambre infantil 3 millones, diarrea 3 millones, alcoholismo 3 millones, errores de los médicos y efectos negativos de los fármacos 2.6 millones, y covid 2.5 millones, anualmente. Por ello en esta maraña de afecciones y fallecidos, convertir una causa de muerte en la principal y más peligrosa, es de lo más fácil para los poderes hegemónicos.
Ningún argumento ni dato es válido cuando el receptor de la información vive con una determinada forma de pensar, sentir y se comportarse, esto significa que en promedio cada ciudadano ingiere 365 refrescos al año, una cantidad similar de cervezas, agua industrializada, se alimenta de enlatados, harinas industrializadas, vive bajo grandes fuerzas estresoras, consume gran cantidad de fármacos, reside en viviendas de mala calidad, sin servicios, hacinados en las mismas y ni que decir del transporte, son explotados laboralmente, viven bajo opresión constante, pero nada de esto es significativo, lo importante es usar cubrebocas, vacunarse, separarse y dejar de saludar de mano al otro.
Así pues, la denominada pandemia cambió las formas de pensar, sentir y comportarse, donde la realidad es la que imponen los poderes hegemónicos a través de los medios de información y no aquella analizada bajo un método de pensamiento crítico.