• Los sepultureros de los panteones de Mezquitán, Panteón Nuevo y Altagracia en Guadalajara, Jalisco. Primera parte.
En la actualidad, la muerte con su estatus biológico conserva su unión a la idiosincrasia del ser humano. Aunque quizá no se tenga conciencia plena sobre el significado del acto de morir, se posee la certeza de que algún día se dejará de existir, situación que entonces tiende a verse como un dato objetivo. Sin embargo, la muerte tiene un significado profundo dentro de la cultura misma, en él se incluyen costumbres, mitos, ritos, etc., que nos permiten dimensionar mediante su análisis este fenómeno social. Por ejemplo, se ha llegado a intentar prolongar de manera simbólica la vida más allá de la muerte mediante celebraciones de tipo religioso. En nuestra cultura, los ritos funerarios, tales como los velatorios, preservación del luto y el tiempo de duelo, significan mucho más que una demostración de respeto y afecto a la memoria del difunto. Pueden llegar a ser una estrategia defensiva del subconsciente para mantener el equilibrio individual y social de los seres humanos. Es evidente que existe una lucha social por la permanencia en la memoria, donde la perpetuidad es edificada mediante mausoleos, criptas, capillas, pilares, y otras formas de arquitectura que permiten la distinción entre las personas que yacen en un panteón. Sin embargo, ¿qué significado tiene la muerte para aquellos cuyo oficio es el de servir a sus designios? Las vivencias del manejo de la muerte en cada persona, inclusive en cada cultura, están impuestas por el concepto personal que cada individuo haya construido e interiorizado a través de su historia, así como por el contexto social donde crece y se desarrolla. Los sepultureros forman parte de una categoría laboral “no común” dentro de la división social del trabajo. Este análisis se enfoca en quienes manejan los cadáveres en los cementerios, realizando actividades que van desde la inhumación hasta la exhumación de los cuerpos, así como el acondicionamiento y mantenimiento de las tumbas. Como se verá, las peculiaridades del oficio no producen sobre ellos ninguna concepción particular o exclusiva acerca de la muerte y el morir. Aunque suponer que piensan o sienten distinto fue el móvil principal de este análisis, finalmente puede darse cuenta de que esta concepción es en cierto modo, producto de la “estigmatización social” que gira en torno al oficio de sepulturero. Para este caso, la mayoría de las labores dentro del cementerio se llevan a cabo mediante la rotación de cuadrillas integradas por cinco enterradores. Cada veinte días estas cuadrillas son designadas de manera intermunicipal, para cumplir las funciones relacionadas con el oficio dentro de los panteones de Mezquitán, Panteón Nuevo y Altagracia. Los sepultureros se aseguran de proyectar una visión favorable de los servicios que prestan, demostrando en todo momento discreción, eficiencia y pericia. El “jefe de campo” es un elemento clave para construir el vínculo entre el sindicato y los trabajadores de menor rango. La metodología empleada para esta observación recogió cuatro entrevistas que generaron en conjunto una duración de cuatro horas, además de ello, la investigación abarcó la participación en instancias clave de la actividad de los sepultureros y la observación de su trabajo. La muerte nos es desconocida como experiencia directa, no obstante; no sólo la muerte, sino también el morir representa diferentes modalidades para cada individuo. Por ello, la muerte se piensa y se sistematiza.
Primera Parte. Autora: Juana Victoriano.