Kuri y los elegidos del poder
Por. Karla Rosillo
Ayer hablábamos de poder y de política, y decíamos que, aunque son conceptos distintos, no pueden vivir el uno sin el otro. Hoy quiero retomar esa idea, porque si alguien tiene poder político en Querétaro en este momento, ese es Mauricio Kuri.
Y como buen portador de la espada de Grayskull —perdón, del poder estatal—, será él quien tenga la última palabra para elegir al próximo candidato o candidata a la gubernatura.
¿Son tiempos? Electoralmente, no. Políticamente, siempre.
Y que no se diga que el PAN no tiene perfiles. Tiene varios… con trayectoria, con experiencia, y con muchas ganas de ser “el elegido”. Y digo “él”, porque hasta ahora solo Lorena García Alcocer levantó la mano, y fue como esas fogatas de petate: mucho brillo al principio y rápido se apagan. Pero ese es otro tema.
San Juan del Río importa. Y no solo porque lo digamos los sanjuanenses. Importa porque es la segunda ciudad más relevante del estado, y lo saben los aspirantes, lo sabe el PAN, y sobre todo, lo sabe Kuri. Tan lo sabe, que no ha olvidado aquella elección al Senado que perdió aquí.
Porque en esta tierra de palomas y paz, la gente cobra y paga políticamente. Y ayer, durante la “Jornada Contigo” —ese programa que lleva a las dependencias estatales a los municipios— vinieron casi todos los suspirantes por la gubernatura.
Todos saludando, todos sonriendo, todos “cercanos a la gente”. Todos, claro, bien colocados en secretarías o cargos relevantes. Y todos queriendo demostrar que “tienen con qué”.
Pero ojo: los tiempos nos han enseñado que el más popular no siempre es el más capaz.
Y que las bardas pintadas no hacen al candidato.
El verdadero oficio político no se construye desde la oficina, sino desde la calle, con o sin cargo público. Porque la política no necesita credencial, necesita voluntad y visión. Y San Juan del Río necesita más que promesas o abrazos en giras organizadas.
Como decía la Dra. Consuelo Rosillo en su campaña jurídica: Elijamos en ciencia y en conciencia.
Porque San Juan del Río no necesita un gobernador que venga a “administrar el crecimiento”, sino uno que impulse el desarrollo con visión de largo plazo.