Ezequiel Montes: el vals que no se baila
Por. Karla Rosillo
Cuando leí por primera vez Las 48 leyes del poder, de Robert Greene, me quedó la sensación de que es lectura obligada para todo aquel que aspire a cargos de poder y sea altamente competitivo. Digamos que es un libro que, interpretado sin filtro ético, bien podría servir como una guía detallada de manipulación profesional…Pero, ¿ética? ¡Qué diablos es eso!
La política y el poder no siempre bailan el mismo vals, aunque los actores políticos insistan en forzar el ritmo para que así parezca. Empecemos por lo básico:
- La política es la gestión del poder y de los intereses dentro de una comunidad.
- El poder es la capacidad de hacer que las cosas sucedan… o de impedir que sucedan.
Ambos conceptos están entrelazados. La política es el escenario donde se disputa y se ejerce el poder. No hay política sin poder, y no hay poder sin implicaciones políticas.
Aunque —y aquí está lo perverso— no siempre el poder lo ejerce quien encabeza la estructura. Eso es lo que los políticos llaman «lecturas entre líneas».
Y bien, entendidos estos conceptos, pasemos al caso de Ezequiel Montes, municipio que, aunque destaca por su actividad ganadera y vitivinícola, vive una administración pintada de gris.
Salen a la luz los desacuerdos entre los regidores y su presidente municipal, a quien acusan de autoritario, de faltar a la verdad, de incomunicación con el Ayuntamiento y de manipular la información a conveniencia.
Desde afuera, lo que se percibe es simple: incapacidad política para gestionar los intereses del municipio.
El presidente no ha logrado influir ni construir acuerdos con su cabildo, y eso es más que evidente.
Y justo aquí tenemos el ejemplo perfecto de cómo política y poder no siempre se alinean.
En este escenario, son los regidores, como cuerpo colegiado, quienes están haciendo el trabajo más importante: vigilar los intereses del pueblo ezequielmontense.
Pero pareciera que los de MORENA van “a la brava”, sin pedir permiso, sin rumbo, sin argumentos que se sostengan en el tiempo. Haciéndolo “diferente”… igual que todos, pero sin sentido.
Aristóteles concebía la política como el arte de vivir juntos y buscar el bien común… o si usted prefiere, La justicia social, La esperanza de México, México en Movimiento, o cualquier otro eslogan del partido que usted quiera.
Es lo mesmamente mesmo.
Y usted: Entre el Diablo y la Política… ¿le va a los regidores o al presidente de Ezequiel Montes?