…40 horas… Parte 2: ¡Empresarios al borde del colapso nervioso!
Por Karla Rosillo
Dicen que en esta vida hay que saber ponerse en los zapatos del otro… aunque a veces el otro use mocasines italianos y tú, chancla del tianguis. En la entrega anterior hablé de las 40 horas desde la visión de los trabajadores. Hoy les toca a los empresarios: esos que, seamos sinceros, son los únicos que pierden el sueño no por estrés laboral, sino por la nómina.
Primero lo justo: los empresarios —sean dueños de emporios multinacionales o de la tortillería de la esquina— son los que arriesgan su capital para levantar un negocio que, con suerte, crezca y no se hunda en la próxima crisis económica o en una inspección sorpresa del SAT. Nadie emprende para perder, así como nadie se levanta para no desayunar. Y aunque en papel la reducción de la jornada laboral suena bonita, como cuando uno se promete ir al gimnasio en enero, la ejecución no es tan romántica.
Los empresarios argumentan que implementar esta medida implica aumentar sus costos operativos, contratar más personal, pagar horas extra o resignarse a la peor de las pesadillas: bajar la productividad. Y aquí viene la pregunta que a muchos les arruga la frente: ¿y si el problema no es la reducción de horas… sino cómo usamos las que ya tenemos?
Porque sí, también hay que decirlo: no falta el empleado que se gasta dos horas en el cafecito, otras tantas en el chismecito y le pone más amor al meme que al trabajo. Pero no nos vayamos solo por la fácil, porque la fórmula de “más horas = más trabajo” ya quedó obsoleta. Y si no, veamos a los países con mejores índices de productividad y jornadas laborales reducidas. (Spoiler: México no está en ese grupo.)
Ahora, el verdadero problema no es si se puede o no reducir la jornada, sino cómo se gestiona esa transición. Porque si seguimos midiendo el rendimiento por “horas hombre” y no por objetivos, entonces claro que el empresario va a ver su nómina engordar sin resultados claros. Pero, ¿qué pasaría si esta reforma se aplicara en fases, comenzando con quienes gestionan y lideran equipos? Equipos más productivos, liderazgos más eficientes… y todos con más tiempo para descansar sin culpa (ni WhatsApp a las 10 p.m.).
¿Cuántas veces se ha abusado de la figura del «trabajador de confianza» para ahorrarse el pago de horas extra? Es el trabajador multitask, todo terreno, 24/7, con el mismo sueldo desde hace tres años y la promesa de que «se va a considerar en la siguiente revisión».
Spoiler 2: nunca se considera.
La preocupación empresarial es válida, sí. Pero también lo es exigir que el trabajo se valore y se respete. En lugar de ver esto como un golpe al capital, ¿por qué no como una oportunidad para repensar las dinámicas laborales, la productividad real y el valor del tiempo? Porque si esta reforma fracasa, no será por las 40 horas, sino por la falta de voluntad para cambiar la forma de trabajar y liderar.
Y mientras unos temen que sus empresas colapsen, y otros solo quieren llegar a casa sin cargar el trabajo en la espalda, la pregunta sigue en el aire:
¿Entre el diablo y la productividad usted con quién se queda?