El campo clama, el transporte tiembla: ¿Dónde quedó la esperanza de México?
Hay un sector en este país que trabaja con el sol en la nuca, que le batalla a la sequía, a las plagas y para variar, al olvido gubernamental: hablo de nuestros agricultores, el sector primario que mantiene el plato en nuestra mesa.
Sus denuncias son genuinas. No piden la luna, sino algo tan simple como los apoyos al campo y precios justos. Quieren que los tomen en cuenta como lo que son: la base de la economía y la alimentación.
El problema es que, en este país, la justicia y las negociaciones son como una rifa amañada.
Durante la semana pasada y esta, las negociaciones de precios y subsidios alcanzaron a productores de Michoacán, Jalisco y Guanajuato. ¿Y los demás qué? Gracias por participar. La inconformidad fue tal que muchos productores de otros estados tuvieron que alzar la voz. En nuestro caso, una centena de agricultores se manifestaron en la caseta de Palmillas, sin afectar el libre tránsito, pero sí exigiendo a gritos que las negociaciones sean parejas en toda la República.
Señores, el campo en cualquier lugar no es de segunda. O la justicia es para todos o la inconformidad será nacional.
Las Carreteras del Terror
Si el campo la tiene difícil, los transportistas la tienen en chino-japonés jajaja. La seguridad en las carreteras es una broma de muy mal gusto. Ya no es solo arriesgar el trabajo o la mercancía, es arriesgar la vida. El crimen organizado se ha apoderado de las carreteras.
El Macrolibramiento Palmillas-Apaseo, la 57 y la carretera a Puebla son hoy el triángulo de las Bermudas de los camiones. Se roban desde el tráiler completo y hasta la esperanza.
Y lo peor es la evidencia de la corrupción: huachicoleros, grúas y, sí, la Guardia Nacional. Es un hogar de tres, de ilegalidad donde el único afectado es el trabajador que trata de llevar el pan a su casa.
¿Y la Esperanza de México?
Y aquí es donde debemos cuestionar a nuestras autoridades federales: ¿Qué pasó con la “esperanza de México”?
Porque, querido lector, la ciudadanía tenemos otros datos y una percepción muy diferente a la que pintan desde el Palacio Nacional. El tema no es menor. Es importante que como sociedad organizada estemos del lado de la clase trabajadora.
Estoy segura de que todos tenemos un amigo o familiar agricultor, y un transportista. Ellos son la cara de la promesa incumplida de un país mejor.
El gobierno nos prometió la luna y las estrellas, citando modelos de éxito internacional para tranquilizarnos, pero la realidad nos estalló en la cara:
Entre el diablo y la política… ni tenemos la seguridad de Islandia, ni la educación de Singapur, ni la salud de Dinamarca, y mucho menos los subsidios al campo como China.










