La mentira de “Esperar los Tiempos” y el caos del Nuevo San Juan
Si hay un perfume que los políticos usan con frecuencia, es la frase de cajón: “Esperamos los tiempos” o el clásico “estoy enfocado en mi trabajo actual”. Claro… apenas terminó la elección pasada y la maquinaria del 2027 ya está más caliente que la plancha.
En política, la campaña para las siguientes elecciones comienza el día después de los resultados de la elección actual. Todos los aspirantes a un cargo de elección popular ya lo están dando todo. El 2026 será decisivo para los partidos: deberán elegir a su mejor actor, al más posicionado y al que logre los mejores acuerdos en pro de su “causa” —que no necesariamente es la del pueblo, jajaja.
Entre el diablo y la política, nos venden humo. La “verdad” no es una virtud de ningún político, y aunque muchas intenciones puedan ser genuinas, como dice el dicho: “Del dicho al hecho, hay mucho trecho”.
La política se ha convertido en el camino más fácil para generar influencia, negocios, acuerdos y hasta impunidad. Esa corrupción que juran que no existe en sus partidos… Ajá, casi le creemos, jajaja.
Aterrizando el tema a lo local, San Juan del Río es una tierra prometedora, de gente trabajadora y de bien. Pero ciegos no estamos: cada día llega más industria, más familias que ven a San Juan como una oportunidad de construir una nueva vida.
Sin embargo, también hay un San Juan al que le falta orden. No es un problema comercial para la capital; es un crecimiento desmedido que trae nuevas necesidades, peticiones y formas de vida. Hoy, el grueso de la población ya no es oriunda de esta ciudad de palomas y paz. Y ese es el diablo: estas familias no generan identidad con una ciudad que se ha construido y reconstruido múltiples veces. Por eso, su voto se analiza desde experiencias pasadas, en otra ciudad, con otro contexto.
Mientras los políticos del 2027 siguen repitiendo mantras de “esperamos los tiempos”, la realidad de San Juan del Río les ha puesto el tablero de cabeza: la gente piensa distinto. El reto ya no es convencer al oriundo, sino ordenar y conectar con el recién llegado que trae la memoria de otra ciudad.
Entre el diablo y la política… ¿usted a quién cree que realmente tiene un plan para gobernar un municipio que ya no conoce?
