LA COMPETENCIA INTERNA
Por Karla Rosillo
Hace algunos ayeres —quizá usted lo recuerda— los partidos políticos realizaban elecciones internas que ayudaban a legitimar a los suspirantes a algún cargo importante. Esto le daba a la militancia la oportunidad de participar activamente en la elección de quien consideraban mejor preparado y/o posicionado dentro del organismo político. Y no quiero ser romántica en este sentido, tampoco perder de vista que muchas de estas elecciones ya venían “planchadas”, como se dice en el argot político, ¿verdad?
La actualidad —y quizá desde siempre— muestra que la vida interna de los partidos ha estado marcada por prácticas autoritarias y centralizadas, donde la toma de decisiones es vertical y poco participativa para la militancia. Se parece mucho a lo que Robert Michels catalogó como la Ley de Hierro de la Oligarquía, misma que sostenía que, con el tiempo, “cualquier organización, incluso las más democrática, tiende a convertirse en oligarquía dominada por una élite”.
Y en Querétaro pareciera que cada municipio está dominado por bloques o tribus de un mismo partido que tiran de la cuerda para ganar espacios. Entonces, entre Duros y Neos, se disputan las mejores posiciones. Y quizá, ni siquiera se trate de las Presidencias Municipales, Gubernaturas, Diputaciones o Dirigencias… Recuerde el juego del ajedrez: los peones son los que primero se mueven.
Los tiempos actuales exigen que las dinámicas partidistas rompan con las falsas aperturas a las militancias, a las juventudes, y a las personas que, posiblemente, simpatizan pero no pertenecen —y tampoco quieren pertenecer— a ningún grupo. Porque en política hay que saber agradar a Dios, al Diablo y a uno mismo. Y de verdad escuchen, y consideren, que sea la mayoría de la militancia quien elija a sus candidatos con libertad y no se apueste por quien tiene más dinero en la bolsa para dar y repartir.
Podría darle en esta columna muchos nombres de municipios que repiten una y otra vez los mismos apellidos, las mismas caras… Pero mejor imaginemos un municipio ficticio: Lelelandia, donde el partido Cuernitos Rellenos anda haciendo encuestas para saber qué personaje está mejor posicionado. Colocan en la encuesta a sus tres estrellas. Por cierto, ni uno mejor que otro. Pero hay que elegir… así que usted elija:
¿Entre el Diablo y la política, a quién le va?