Un accidente que exige más que sanciones: ¿y nosotros como padres?
Por Karla Rosillo
Cuando hago una comparación, siempre tiendo a “suponer” cómo actuaría yo si estuviera en “X” situación. Y casi siempre exploro los dos escenarios, porque la vida pocas veces es blanco o negro.
Como mamá de dos próximos adolescentes, me resulta verdaderamente doloroso ver situaciones tan lamentables como la que ocurrió ayer por la mañana: Una joven conduciendo en evidente estado de ebriedad, un auto a exceso de velocidad y la pérdida irreparable de una chica que apenas comenzaba a vivir.
Siento una pena profunda por ambas familias. Pero también estoy convencida de algo: los valores no se negocian. Lo justo es que quien manejaba bajo el influjo del alcohol pague por su error, un error que cobró la vida de alguien.
Pienso en esa mamá que seguramente argumentará: “¡Fue un accidente! ¡Ella no quería matar a nadie!” Lo dirá desde el amor, ese amor de madre que a veces ciega y que a veces nos hace justificar lo injustificable.
Y aquí es donde uno entiende que hacer lo correcto con los hijos puede ser dolorosísimo.
También pienso en la otra mamá, la que tendrá que darle el último adiós a su hija. En la impotencia y la rabia, en la tristeza inmensa de saber que su hija iba a la escuela, a un curso de verano, quizá al gimnasio… y murió sin deberla ni temerla.
Ambas mamás tienen razón en su sentir, pero los hijos deben aprender que las acciones tienen consecuencias, y como padres no podemos ni debemos pasar por alto eso.
Este suceso me trajo de golpe un recuerdo: Un accidente hace muchos años, en Chihuahua. Terminaba el festejo de Año Nuevo. Mi hermano Raúl, de nueve años; yo, de diez; y mis tíos Alte y Paco, jovencitos responsables que decidieron no beber porque iban a manejar de regreso a casa de mis abuelos. En un semáforo nos embistió una camioneta con hombres ebrios.
Recuerdo con claridad ese zumbido en la cabeza, la ambulancia, los paramédicos atendiendo primero a los niños. Mi tío Paco, que recién había cumplido la mayoría de edad, nos entregó al primer familiar que llegó y luego se desmayó. Pasó un mes en coma. Esa imagen no se borrará jamás.
Lamentable, por donde se vea.
Hoy los legisladores reaccionaron y anunciaron una iniciativa para retirar la licencia a quienes provoquen accidentes manejando ebrios. Un buen punto, necesario y urgente.
Pero más allá de las leyes, hoy me hago otra pregunta:
¿Qué iniciativa vamos a implementar nosotros como padres con nuestros hijos?
Porque como decía mi Halcón Rojo:
“Uno no experimenta en cabeza ajena… pero nadie quiere ser la cabeza ajena en tiempos difíciles.