Joaquín Antonio Quiroz Carranza
No conozco ninguna persona a la que no le genere una gran curiosidad hablar de los encantamientos, los embrujos y toda clase de fenómenos aglutinados en los conceptos de brujería, hechicería y demás. La conclusión final de esos diálogos, sin excepción, es que algunos de los participantes “si creen” y otros “no creen”. La creencia es una idea que se asume como verdadera, por lo tanto unos aceptan otros niegan la existencia de estos fenómenos.
Nuestros ancestros sahumaban con humo de copal los espacios de vida, tres veces al día, así como las herramientas, la ropa, las cosechas almacenadas, con la finalidad de eliminar los “malos espíritus”. Hoy se reconoce que las resinas vegetales como los copales poseen propiedades antioxidantes y antimicrobianas, por lo que sahumar frecuentemente es un proceso de sanitización, de esta forma podemos deducir que los conceptos “malos espíritus” y “microbios” sólo son nombres que se refieren al mismo fenómeno en dos épocas y en culturas diversas.
La voz, es un sonido, cuya frecuencia, intensidad y recurrencia puede hacer vibrar todo tipo de materiales, hasta romperlos. El cuerpo humano está formado por órganos y tejidos, todos ellos son biomateriales que se comportan de la misma forma que cualquier otro material, excepto que está vivo y tiene la capacidad de recuperar su forma y función, es decir regenerarse. Por ello los encantamientos, maldiciones o embrujos no son otra cosa que el efecto físico de la vibración sonora de la voz sobre los biomateriales que conforman el cuerpo humano, animal o vegetal.
Manejar las energías del otro aumentando o disminuyendo las frecuencias de la propia voz es una práctica ancestral para maldecir o bendecir, así mismo, equilibrar una situación de frialdad con un objeto de naturaleza caliente o viceversa recupera la homeostasis del cuerpo. “Pasar el huevo” implica un proceso para atraer hacia el cigoto o huevo, las vibraciones electromagnéticas que exacerban o disminuyen la vitalidad del organismo en cuestión, porque el huevo, por su nivel de desarrollo, es un objeto muy sensible a los cambios energéticos del ambiente.
Creer o no creer no es una solución, lo apropiado es investigar, entender, comprender, estudiar los fenómenos desde un determinado método o hacerlo contra el método, lo inadecuado sólo es suponer. El miedo y la ignorancia de las sociedades hegemónicas han llevado a la suposición de que brujas, hechiceros, magos y todos aquellos maestros de lo empírico, son seres “malignos” y para eliminarlos la religión católica elaboró el libro “El martillo de las brujas” obra que describe profundamente todas las torturas a las que puede ser sometido un ser humano para destruir su cuerpo y su alma. De la misma forma la Iglesia Católica instruyó la formación de la “Santa” inquisición y el “Santo” oficio, proceso que, entre los años de 1350 a 1750, asesino, sólo en Europa, a más de 500 mil mujeres y hombres acusados de herejía, con estos métodos impuso, a gran parte del mundo, el catolicismo.