*** El bosque está siendo agredido de manera paulatina sin ningún rubor, leñadores y carboneros.
*** La deforestación es cada vez más salvaje, y no se ve ni a la Semarnat, ni a Profepa mucho menos a Ecología.
Por Raúl Rosillo Garfias.
El cerro de la Cruz, un bosque de pinos altos, madroños y encinos robles, cede ante la presión de los leñadores, que se dan vuelo sacando madera de manera clandestina, sin que las dependencias federales responsables de el cuidado de esta flora tan importante y pulmón tan necesario en estos tiempos de cambio climático, hagan presencia o se dediquen a investigar para donde se saca esa madera, casi toda por los rastros que se dejan para leña.
Sin ser expertos en esta materia, sin tener conocimientos técnicos, nos damos cuenta de que no importa la edad de los árboles que hay que derribar, y mucho de este derribo lo dejan ahí para convertirlo poco a poco en leña que otros van a recoger de manera furtiva y la sacan del bosque sin rubor.
Este espacio se ha convertido en una zona de muchos visitantes, a la altura de 3 mil metros sobre el nivel del mar, se han colocado dos enormes cruces una de 12 metros de altura con la que se conmemoran los 500 años de la evangelización de en México y la otra un homenaje a Cristo y a la virgen dolorosa, con una distancia en bahías de subidas y bajadas de más o menos un kilómetro y medio entre una y otra, lo que implica un esfuerzo extraordinario por parte de los senderistas.
Los amantes del bosque lo respetan y siguen el camino, sin lesionar a los árboles, los más atrevidos se suben sin sendero, solo manteniendo la observación de las cruces, como referencia, la verdad es un ejercicio para el cuerpo y para el espíritu extraordinario, pero ante tanta desolación, la sequía, que privaba aún en estos lugares en donde hay miles y miles de árboles, también desalienta.
Los caminantes en estos lugares y da gusto, son muchos jóvenes, pero también hay adultos que llegan con sus bastones para detenerse y para caminar de mejor manera en el sendero, la distancia no importa, el esfuerzo cuenta, las rutas llevan a diferentes puntos según sea la resistencia de cada caminante, la exigencia sí es alta, la elevación así lo pide, pero estando en la cumbre la maravilla paga todo el dolor de chamorros, y de piernas, se domina el panorama y se conoce entonces la denominada sierra de Amealco.
Las aves trinan, los cuervos croan, los zopilotes vuelan, y todo es una sinfonía de ruidos maravillosos que invitan por momentos a guardar quietud para disfrutarlos… los que tienen alguna dolencia y quieren orar, lo hacen al aire libre frente a un cristo colgante y una dolorosa magnífica que adora la gran cruz de 20 metros que está en la cima del cerro de la Cruz… ojalá las autoridades cuiden y vean que estos lugares sean preservados… de la soledad para el cerro, ya viene avanzando la mañana urbana, dicen que hay poderosos con grandes extensiones ya dentro del mismo cerro, se observan ya algunos caminos empedrados… quien debe declarar zonas Naturales Protegidas… que no esperen más y que lo hagan, esto hay que mantenerlo… digo… se dijo y se seguirá diciendo…