Escribe:- Roberto Jiménez Salinas
Con la llegada de la primera lluvia del año se percibe cierta alegría al recibirla, pero un día de lluvia o cinco no serán suficientes para siquiera obtener una cosecha en las zonas de temporal, no se recargan los mantos acuíferos, el desface de los ciclos agrícolas es una consecuencia grave del cambio climático que no acabamos de entender.
La lluvia torrencial que dura no más de 40 minutos es como arrojar una cubeta de agua en un patio de tierra seca, arrastra todo a su paso y se va por algún cause natural, no moja hasta la raíz de los árboles, y así como llega se evapora. las lluvias estacionales de antaño duraban horas e incluso días y así lentamente mojaba la tierra, se lograban los cultivos y había recarga de los mantos acuíferos y los vasos receptores se llenaban para reforzar las siembras de otoño-invierno. Una tormenta torrencial conlleva grandes avenidas de agua que arrastran los cultivos y generan honda preocupación en los productores.
La pérdida de árboles y zonas de matorral frente al nulo interés incluso de los productores agrícolas de plantar árboles y cuidar de su desarrollo, el uso de pesticidas que acaba con la fauna benéfica como los polinizadores en la región contribuye a la pérdida de humedad y se inicia un proceso de desertificación de una región.
La desertificación es un proceso degradativo del suelo causado por diversos elementos entre los que destaca la intervención directa del hombre, el más grande y grave de ellos es su apatía y el desprecio por conservar el medio ambiente cambiando los árboles por planchas de concreto, llenando sin piedad de basura los drenes y arroyos que son conductos de agua de lluvia lo cual genera taponamientos que son mortales para los cultivos. Las autoridades municipales limpian constantemente los drenes y hacen todo lo posible por ayudar al sector y la sociedad en respuesta a tales esfuerzos no para de tirar basura, ese sector social es el enemigo del sector agrícola y pecuario.
Bienvenida la lluvia, será entonces tiempo de siembra y de esperanza para el productor agrícola en quien reposa la noble encomienda de producir alimentos a pesar de que muchos consumidores no lo merecen .