Joaquín Antonio Quiroz Carranza
De acuerdo con la Ley Federal del Trabajo, se consideran enfermedades derivadas de actividades laborales las siguientes: infecciones y parasitosis causadas por condiciones insalubres en las instalaciones de trabajo; diversos tipos de cáncer provocados por las sustancias que se generan en los ambientes laborales; enfermedades del sistema circulatorio, de la sangre y órganos hematopoyéticos (bazo, hígado, médula ósea, entre otros); trastornos mentales, derivados de las condiciones laborales restrictivas y repetitivas, así como el ruido, la presión horaria, entre otros; enfermedades del sistema respiratorio, causadas por los polvos liberados o recibidos en las instalaciones de trabajo; enfermedades del sistema digestivo, por las insalubres instalaciones de higiene y falta de comedores industriales o laborales adecuados; enfermedades de la piel y tejidos subcutáneos, generadas por sustancias producidas o recibidas en las áreas de trabajo; enfermedades del sistema osteomuscular y del tejido conjuntivo, por causa de las condiciones posicionales o del efecto secundario de sustancias presentes en las áreas de labor; intoxicaciones; enfermedades del ojo y del oído, enfermedades de endocrinología y genitourinarias.
En el proceso del trabajo asalariado intervienen diversos conceptos: la venta de la fuerza de trabajo, la cual generalmente es subvaluada, es decir el trabajador solamente recibe, aún con las prestaciones laborales que marca la ley, un 10 a 15% del valor de su trabajo, mientras que la empresa pública o privada retiene entre el 85 y 90% de esa plusvalía.
Situación que impide que el trabajador pueda reponer el desgaste orgánico y mental causado por la actividad laboral, esto erosiona y debilita su organismo, generando diversas enfermedades. Otro aspecto son las condiciones de trabajo: instalaciones, manejo de herramientas, horarios fijos o variables, disponibilidad o ausencia de comedor, baños, agua potable, iluminación, seguridad, presencia de ruidos, polvos, humos, calor, frío, entre muchos otros aspectos, los cuales podemos definirlos como fuerzas estresoras, cuya presencia repetitiva dañan el organismo y la mente del trabajador. Así mismo, están las condiciones externas, como son el tiempo de traslado, el transporte, la seguridad. Por otra parte están las relaciones de trabajo, donde el trabajador se encuentra siempre en condiciones de opresión, represión, invisibilidad, antidemocracia, entre otras.
Por más que se hagan cuentas macro y microeconómicas, se conquisten prestaciones laborales o se mejoren las condiciones, el trabajador presentará un déficit o entropía energética que no repone de ninguna forma y que más pronto o más tarde el resultado será una enfermedad, la cual provocará, en definitiva, que la calidad de vida del trabajador se vea comprometida y con ella la posibilidad de ser feliz.
Una alternativa al trabajo asalariado es la del productor libre que, mediante su esfuerzo cotidiano creativo y feliz, satisfaga sus necesidades fundamentales y re-aprenda como señalan las enseñanzas de Jesús el Nazareno a no acumular tesoros en la tierra, sino a disfrutar la vida y los afectos, pues cada moneda que se obtiene y gasta representa tiempo de vida, único recurso que jamás se renueva.