Por Raúl Rosillo Garfias
Ubicado al oriente del Centro Histórico de la ciudad, el Barrio del Tepetate, conocido también como La Otra Banda, es una de las zonas más tradicionales y con mayor arraigo popular de Querétaro.
Su nombre hace referencia al suelo característico de la región —el tepetate, una capa dura y rocosa—, pero también al temple de su gente: trabajadora, resiliente y profundamente comunitaria, en este lugar proliferaron en algún tiempo los llamados brujos, que eran los hoy modernos fisioterapeutas, y que alcanzaban este calificativo por las pócimas que preparaban con hierbas convirtiéndolos en ungüentos.
Se le llama «La Otra Banda» porque se encuentra al otro lado del río Querétaro, lo cual marcó históricamente una división geográfica y social. Mientras que el centro concentraba a las clases acomodadas, el Tepetate se convirtió en hogar de obreros, ferrocarrileros, comerciantes y campesinos. Esta mezcla dio origen a un barrio de gran riqueza cultural y humana, y que además eran verdaderos defensores de su identidad, llegando inclusive a tener enfrentamientos con otros barrios.
En el corazón del barrio se encuentra el Mercado del Tepetate, uno de los centros de abasto más antiguos y tradicionales de la ciudad. Surgido en el siglo XIX, aunque con antecedentes como tianguis informal, fue creciendo hasta consolidarse como un punto vital para el intercambio de productos locales: frutas, verduras, carnes, legumbres y artículos cotidianos. A lo largo de los años, el mercado ha sido más que un sitio de comercio: es un espacio de encuentro, de vida diaria y de convivencia barrial… A este lugar llegaban productos de los campos que rodeaban a Querétaro, el Querétaro agrícola, rural y a donde inclusive en algún tiempo llegaban leñadores con cargas de este combustible, pero también llegaban los frutos y las cosechas para ponerse a la venta.
Durante el auge del ferrocarril en el siglo XX, el barrio se fortaleció aún más. La cercanía con la Vieja Estación del Ferrocarril atrajo a familias de trabajadores ferroviarios que encontraron en el Tepetate un lugar para echar raíces. Esta historia obrera sigue viva en sus calles, en sus tradiciones y en la memoria de su gente…. Y la identidad se fortalece, porque el barrio da buenos deportistas en varias disciplinas, en esa zona se funda la primera escuela secundaria para trabajadores, la más antigua de Querétaro, dado que es en esa parte en donde empieza a florecer el boom industrial
Hoy, el Tepetate sigue siendo un barrio vivo. A pesar de los cambios urbanos y las presiones de modernización, mantiene su identidad de lucha, comunidad y tradición. El mercado aún late con la energía de los comerciantes que abren cada día sus puestos, y las calles conservan ese aire de historia que nos recuerda que Querétaro no solo se construyó desde sus palacios coloniales, sino también desde sus barrios populares… y da cuenta entonces de que el Tepetate… o el Tepe como cariñosamente le dicen los lugareños, es también un centro de desarrollo y progreso, sus calles curvilíneas, angostas, tienen también su razón de ser para conducir el viento y el agua de lluvia, pero también para generar convivencia cercana entre sus habitantes… La transformación no le ha quitado ni su orgullo, ni su identidad, ni mucho menos su don de gente cálida y amable, pero también aguerridos cuando se requiere.