Por. Diego Mercado
Los que hemos dedicado gran parte de nuestra vida a un trabajo dentro de la administración pública y lo ejercemos con el mejor de los ánimos y con la idea clara de que es el servicio público una actividad noble, sincera y muy demandante, creemos que sí, que el servicio público te puede enamorar y te terminará atrapando, que te gustará y no podrás concebir un mejor trabajo que hacer carrera dentro de la función pública, pero ¿Es verdaderamente, para todos el servicio público? Veamos, primero empecemos por lo primero.
El servicio público es considerado en nuestro País como una actividad indigna, sinónimo no sólo de corrupción e incompetencia, sino también de abuso, de desconfianza, de irresponsabilidad y de impunidad, de incompetencia y en algunos casos hasta de delitos. Desafortunadamente existe una larga lista de personajes infames que confirman esa percepción, que a lo largo y ancho del México, se han encargado de desvirtuar a la única y principal función de los trabajadores públicos, el bien común.
Es común que conforme avanza el tiempo vayamos identificando algunos espacios dónde nos sentimos cómodos o dónde sí nos gusta estar, de igual forma ocurre con todos los trabajos. Pero entonces, ¿Es la administración pública un espacio para todas y todos? La respuesta es NO. Yo creo que NO, No es para aquellos que no ven el servicio público cómo un negocio, no es para aquellos aue ven en él sólo un trabajo. Sí es para los que creen en la vocación de servicio y en ese “trabajo” un instrumento natural para regresarle a la sociedad tanto que le debemos. No es para aquellos que no conciben en su actuar diario cómo el espacio para tomar las mejores decisiones, la plataforma cambiante que está en constante movimiento, que se transforma y todos los días tiene nuevos retos. La administración pública no es para aquellos que tienen una visión corta, un personalísimo en sus sentires diarios.
No es para aquellos que no entienden que somos parte de un todo, que nuestra participación activa en diferentes frentes se refleja cómo un mejor espacio de convivencia social. La administración no es para todos, pero sí todos pueden mejorar la administración y no precisamente desde dentro. Entonces, porque si no es para todos y sólo los que verdaderamente aman su trabajo están aquí porque se ha logrado la dignificación del quehacer público. Por una simple razón, al igual que en muchos lados, el gobierno está lleno de hombres y mujeres que no le ponen corazón a lo que hacen y su presencia entorpece el motor que circula un buen servicio público.
Hoy más que nunca nuestro México requiere ser gobernado por un grupo de personas honestas, creativas, innovadores y comprometidas, responsables y competentes a los que la propia sociedad les brinde el lugar que merezcan, conforme a sus méritos y a la obra que lideren para la construcción del país al que todos anhelamos sentirnos orgullosos de pertenecer, un grupo de servidores públicos que amen el servicio público tanto cómo el servicio público ama y gratifica a los buenos funcionarios, aquellos que trabajan con el corazón, arrastran el lápiz y usan todas sus habilidades para tomar las mejores decisiones, el servicio público no es para todos, es para los que lo merecen, lo cuestionan y lo dignifican, es para los buenos servidores públicos.