En la madrugada del viernes 17 de Julio, Emilio Lozoya Austin regresó a México, después de ser extraditado de España por supuestos actos de corrupción y tras una negociación con la Fiscalía General de la República (FGR) bajo el criterio de oportunidad. Las autoridades mexicanas lo trasladaron inmediatamente a un hospital capitalino, por presentar un cuadro de anemia, resultado de una estadía de 5 meses en una cárcel española.
Estando en el Nosocomio, el exdirector de PEMEX empezó a enunciar datos, cifras y nombres de los funcionarios y políticos involucrados en el caso de corrupción de la constructora brasileña. Aun cuando no se le han imputado los delitos de delincuencia organizada, cohecho y operaciones con recursos de procedencia ilícita, por los cuales está en “detención”, el exfuncionario federal pone a temblar a la élite política de la administración pasada, incluso al sexenio calderonista. Este Juicio marca un hito en la lucha contra la corrupción, ya que por primera vez se podría ver involucrado a un expresidente.
También ha dejado entrever el magno cohecho en la aprobación de la reforma energética, siendo partícipes Ricardo Anaya, Luis Videgaray, Francisco García Cabeza de Vaca, Ernesto Cordero y hasta nuestro gobernador queretano, Pancho Domínguez. Todos ellos utilizando su escaño y curul para velar por intereses propios y no colectivos.
Muchos opositores del actual gobierno federal, han mencionado que el presente asunto, es una distracción para evadir los temas realmente importantes que acontecen y dañan al país, como el alto número de contagios y defunciones por COVID, la caída del PIB, los homicidios, etc. Lo cierto es que, toda la responsabilidad recae en la FGR, si esta investigación llega a buen puerto, sería un gran golpe de legitimidad y credibilidad para el político tabasqueño, de lo contrario se confirmaría lo buen vendedor de humo que resulta ser AMLO, alea iacta est.
Por lo pronto, hay que esperar la prosperidad de la bonhomía por parte de Fiscalía y que el acuerdo con Lozoya tenga éxito, para que con esto se logre desarticular esta red de corrupción y comience el llamado “efecto dominó”. Lo que estamos presenciando, puede ser el inicio de una larga y triste noche para la impunidad que tanto ha disfrutado la élite del poder.