Escribe:-Edilzar Castillo Q.E.P.D.
Siltepec, es un bello y tranquilo pueblo de Chiapas, resguardado por su fiel guardián “El Cabeza amarrada” coronado siempre de un manto blanco, muchas veces compartido con su caserío, manteniendo a su gente en un ambiente de soledad y silencio, el cual es interrumpido por los trinos de su extensa fauna de aves canoras, las cuales endulzan las mañanas clamando quizá los huidizos rayos del sol.
Así es el pueblo, fue precisamente allí, donde vio la primera luz Napoleón, fue el tercer hijo de una numerosa familia, siendo su padre agricultor dedicado a las labores del campo principalmente al cultivo del café, su madre ama de casa y maestra de corte y confección, actividad con la cual ayudaba en gran parte al sustento de aquella noble familia.
Fue en su pueblo donde realizó la instrucción primaria en medio de un ambiente lleno de privaciones, pero lleno también de mucho amor, alegría, música, baile y juegos, así creció Napo, un niño muy perspicaz, creativo, de carácter alegre, caprichoso, a veces berrinchudo.
Entonces, la comunicación del pueblo, se hacia solo vía correo y la transportación de mercancías y personas era a caballo. Napo, tuvo un abuelo que en ese tiempo era propietario de un hato de caballos, mulas y machos, debido a que el abuelo estaba solo, pues era divorciado, Napo vivía muy cerca de él, de ahí nació, en esa época, que gran parte de su vida se relacionara con el hato de animales, (en el argot popular le nombraban “Patacho”) a los cuales debía procurar su control, su alimentación, etc., para que pudieran prestar los importantes servicios, necesarios, Napo con gusto desarrollaba estos deberes, junto con su abuelo, que por cierto de cariño, le decía “ Abuelo Cayo” ( se llamaba Leocadio).
Así creció, estudiando y a la vez desempeñando aquellos trabajos, para ayudar al sustento de su familia, inclusive algunas veces transportaba por medio de sus animales (caballos y mulas) a personas quienes necesitaban desplazarse hacia otros lugares, normalmente era a Motozintla, cuya distancia era de doce horas cabalgando, en el trayecto se atravesaba por densas y peligrosas montañas; Precisamente cuenta Napo que una vez que conducía a un personaje del pueblo , al internarse a una montaña vieron a una paloma sobre la parte mas alta de un árbol, que media aproximadamente 30 metros de altura, pues este personaje desenfundo la pistola calibre veintidós y sin apearse de su cabalgadura hizo un certero disparo, Napo sólo fue recoger la presa, la cual les serviría de desayuno.
Terminada la instrucción básica, estuvo un año en el pueblo como se dice nada mas viendo pasar el tiempo, en su rutina de trabajo, pero, para entonces en el Distrito Federal ya se encontraba estudiando su hermano mayor quien lo invito a unirse a él. Así fue como cambió de aires y empezó una nueva vida, se empleo en una oficina, siendo un excelente trabajador, al mismo tiempo prosiguió con sus estudios, por la noche. Al paso de algún tiempo, la empresa lo promovió y fue enviado al sureste a controlar una nueva sucursal.
Fue así como Napo se fue arraigando por esos lugares, se mudó a otra ciudad del mismo sureste, acometió varios empleos, dentro de los cuales siempre fue muy eficaz y productivo.
Por ahora, vive en las paradisiacas tierras del Caribe, fundó una familia, procreo descendencia que son ahora su esmero, orgullo y amor, traducidos en José Luis y una Perla del Rocío.
Pero Napo guarda en su prodigiosa memoria tantas anécdotas que con vehemencia platica por ejemplo recuerdos de su abuelo…..
En Siltepec, abunda un ave, de color café claro, es muy cantadora, inclusive a veces arremeda los ruidos ó sonidos que escucha, su nombre es Pischcoy, Napo tenía su tez blanca y cabello rojo y dicharachero de ahí surgió quizá esta analogía.