Joaquín Antonio Quiroz Carranza
Un paradigma social es un conjunto de creencias, informaciones y suposiciones que estructuran en las personas una forma de entender, interpretar y comportarse en la realidad. Los paradigmas influyen determinantemente en el comportamiento de los individuos, en su forma de hablar, vestirse, comer, relacionarse, etc. Particularmente en el tema de lo que se define como salud y enfermedad, el paradigma social, incluye el hecho de que casi nadie sabe las causas de las afecciones y dolencias, la gran mayoría supone que los médicos, los fármacos y la tecnología son capaces de restaurar la salud. La anterior creencia (paradigma) se da como un hecho comprobado, y muy pocos se preguntan ¿por qué me enfermo o se enferman mis seres queridos?, la respuesta queda en el territorio de lo ignoto y sin más se acude a consulta con el galeno y al consumo de lo que éste prescribe.
Por otra parte queda, también en el ámbito de lo desconocido, el hecho de que, como toda actividad humana, el error existe, tanto el involuntario como el causado por omisión o por comisión, es decir que se sabe del fallo y aún así se lleva a cabo la acción. En este aspecto es importante indicar, que de acuerdo a los datos de la Organización Mundial de la Salud, cada año mueren 2.6 millones de personas a causa de los errores médicos y los efectos nocivos de los fármacos (número muy similar a la cantidad de fallecidos durante cada uno de los dos años de la “pandemia” del Covid-19), y una cantidad mucho mayor de personas, sufren las consecuencias de la avaricia, el error por omisión o por comisión de muchos médicos.
Por ejemplo, es extremadamente común que ante la presencia de cálculos vesiculares o renales la mayoría de los médicos insistan en que “no hay de otra, más que realizar cirugía”, sus saberes limitados y sus paradigmas les impiden ver más allá de ello, y si la ignorancia acompaña al paciente, éste irremediablemente se verá en el quirófano, el resultado una factura y la ingesta posterior de antibióticos, analgésicos, antiinflamatorios, y las consecuencias posteriores en el sistema renal y hepático biliar, “males menores” afirman los galenos. La lista es inmensa: cirugía de quistes de mama, de ovarios, de testículos, de rodilla, de hernia hiatal y un largo etcétera.
Los testimonios de pacientes que han sufrido pérdida de familiares o daños permanentes a su salud o funcionalidad por los errores médicos y por los efectos secundarios negativos de los fármacos abundan. Pero, casi nadie acepta que su situación, es decir el efecto del error médico, no sólo es resultado de la impericia de tal o cual galeno, sino que representa al modelo médico-farmacéutico, y prefieren realizar una nueva búsqueda y de esta forma los gastos se incrementan y las contradicción de opiniones crece y con ello la desesperanza.
Así como es ineludible la necesidad global de cambiar el sistema civilizatorio por uno justo, equitativo y que ponga en primer lugar al ser humano en relación armónica con la naturaleza y el planeta, es necesario revisar y criticar el paradigma médico-farmacéutico y evaluar a nivel social e individual los “pro” y los “contras”, sin filias ni fobias, sino de manera objetiva y realista, y promover que el individuo conozca los factores que provocan las enfermedades, para que al atender las causas, se eviten las enfermedades, así como los riesgos y daños que son significativamente probables de recibir por parte del sistema médico-farmacéutico, y para ello también es necesario construir un nuevo modelo terapéutico, donde el centro sea el bienestar del ser humano y la participación corresponsable entre el terapeuta y el paciente.