Escribe el Lic. Roberto Jiménez Salinas
El arte y oficio de la panadería tradicional y el uso de los hornos de leña se mantienen vigentes en el semidesierto queretano, de manera particular el pan de pulque encuentra en estos días un nuevo auge.
En las comunidades de los Álamos en el municipio de Peñamiller y Agua Fría en Tolimán podemos aún degustar esta obra de arte que cuenta entre sus principales ingredientes el pulque de la región, que es utilizado como fermento.
La tarde del día jueves se preparan los ingredientes, se mezcla la harina bien cernida en los antiguos cedazos, agua, azúcar y sal, se agrega el pulque, se amasa y se deja reposar toda la noche en mesas de madera de encino o mezquite. Al día siguiente muy temprano se prende el horno con leña de encino, mezquite o madroño la cual le deja un suave olor a maderas. Se hace una prueba para tomar la tempe-ratura y se procede al corte de la masa, se coloca en las hojas y se meten al horno.
Al tomar un pan recién salido se puede entender la sabiduría de nuestros antepasados al utilizar sólo productos naturales y que la tierra ofrece, su aroma a maderas y sabor a aguamiel no le piden nada al pan industrial por gourmet que presuma ser.
Se deja enfriar y se procede al empaque, y así queda listo para su distribución en la zona. Es sin duda una experiencia sumamente agradable el conocer a las maestras panaderas que transmiten sin trabas este gran conocimiento a quien desee aprender a conservar lo nuestro.