Bitácora 682.-
Escribe.- Brian Montero
Un día de 1918, dicen que un 20 de enero, en un lejano lugar llamado Tampico, llego a este nuestro mundo un sujeto harto talentoso, graduado en ingeniera mecánica y eléctrica en el IPN, su nombre terrestre era Juan García Esquivel, para la edad de 14 años ya era pianista en las emisiones en vivo de la XEW, en la década de los años 30 se le conoció como el Duke Ellington mexicano creó su propia orquesta, una agrupación atípica que no se parecía a ninguna de esa epoca. Las dotaciones instrumentales eran inauditas; sus sonidos y texturas algo único. Lograba extraer de los tangos y boleros sonidos insólitos. Ponderaba las percusiones y hacía las orquestaciones más extravagantes y juguetonas: guitarras hawaianas, güiros que dialogan y retan a las trompetas, sintetizadoras e incluso si señores instrumentos prehispánicos.
A principios de los años cincuenta, Esquivel compone para radio, cine y televisión. Produce la música para la película La locura del rock’n roll (1956), dirigida por Fernando Méndez y en la que también actúa. Además, crea piezas para los artistas del momento, como Silvia Pinal, Pedro Vargas, Toña la Negra, María Luisa Landín o María Victoria. Con esta última grabó una canción emblemática en la carrera del músico: el bolero Mil besos, de Emma Elena Valdelamar, que le valdría su primer disco de oro. En él se puede ver ya a un artista completamente trazado. Su piano es el protagónico y las influencias del jazz y el bossa nova aparecen, pero enriquecidas con ese elemento “mutante” tan propio de Esquivel.
Pronto graba su primer disco como solista: Las tandas de Juan García Esquivel.
Mariano Rivera Conde, director artístico de la disquera RCA Victor para América Latina, lo invita a grabar en Estados Unidos. Primero llega a New York y entre 1954 y 1955 hace una serie de grabaciones para aquella disquera, la mejor del momento. Así produce su célebre disco Other Worlds, Other Sounds (Otros mundos, otros sonidos). Su música es tan popular que pronto llega a oídos de Frank Sinatra, quien lo invita a preparar un espectáculo para Las Vegas. Este show se convertiría en uno de los más taquilleros, según lo atestigua su amigo Steve Reed, quien asegura que cuando Esquivel y su orquesta sonaban, en medio del estruendoso ruido común de un casino, la gente se detenía a verlo “en el lounge (salón)” y a escuchar lo que la música de aquel hombre de gruesos lentes les decía. De aquí quizá que se le nombre padre de la música lounge, ese estilo desenfadado, sensual, proveniente del jazz y que en ocasiones ha sido menospreciado por considerarlo meramente ornamental o de fácil escucha.
Tremendo director de orquesta, padre de la música lounge, virtuoso pianista, Juan García Esquivel murió en enero de 2002, en su casa de descanso en Jiutepec, Morelos. Hoy es un músico de culto en todo el mundo y vale la pena recordar al músico que cayó del espacio.