Por. Diego Mercado
En días pasados, nuestra máxima casa de estudios en el estado, mi Alma Mater, la Universidad Autónoma de Querétaro, entró en una de las crisis más polémicas y complicadas de su vida moderna. “El paro de labores”, es una respuesta ante varios señalamientos puntuales de diversas facultades sobre presunto abuso sexual por parte de algunos profesores y sobre la presunta indiferencia por parte de las autoridades universitarias. Hasta aquí todo está claro, la toma de la universidad por parte de compañeros universitarios es un hecho histórico que más allá de ser un caso aislado, responde a una inquietud tan válida y tan urgente de hacer notar y exigir justicia.
Las universidades son un reflejo de lo que sucede en la sociedad, más las públicas en dónde los que tuvimos la fortuna de estudiar en alguna de ellas, pudimos experimentar que lo que sucede adentro, también pasa afuera.
Son tiempos complejos en dónde la información, la comunicación, las redes sociales y los medios digitales, han facilitado que actos de este estilo, sean más públicos, no que pasen más o menos que antes, pero sí son más del escrutinio público y eso nos permite opinar, cuestionar y visibilizar. Nos permite darnos cuenta que hoy el miedo cambió de bando. Cambió de bando porque no es que antes no hayan existido estos delitos o acusaciones, simplemente hoy, nuestra generación ya no tiene miedo. Nos quitaron tanto que también nos quitaron el miedo y la indiferencia, hoy es mucho más sencillo exigir justicia, ser empáticos y apelar desde nuestros espacios, una convivencia más sana en otros. Hoy el miedo cambió de bando, porque es el sistema, ese que durante mucho controló las verdades históricas y absolutas es el que tiene miedo, miedo por dos razones, porque no pueden controlar la verdad y no pueden no hacer nada para que con o sin su ayuda se esclarezcan los hechos, se finquen responsabilidades y se avance en esta lucha histórica, en dónde el único objetivo es la construcción de sociedades de respeto, de paz y de oportunidades para todas y todos, en dónde el miedo no ciegue las decisiones de nadie. Y no sólo se trata de echar culpas o responsabilizar a una sola persona, si bien nuestras autoridades universitarias son las encargadas de resolver los conflictos que se suscitan al interior de la UAQ, somos todos partícipes de las situaciones que día a día acontecen. Se trata de responsabilizarnos en gran medida, para que cada quién haga lo que le corresponde.
Como ex miembros de nuestra Autónoma de Querétaro nos queda respaldar a nuestras compañeras que desde sus áreas de trabajo y estudio, levantan la voz por las que no pueden, nos queda estar atentos a las resoluciones tanto del paro, cómo las judiciales en las distintas carpetas de investigación de los involucrados en los señalamientos.
Como juventudes nos obliga por nuestra naturaleza a exigir transparencia en las investigaciones, así como en los señalamientos. No podemos ser indiferentes.
Y como sociedad en general nos queda reflexionar. Si las universidades son el reflejo de la sociedad, ¿cómo estamos afuera de las aulas? ¿Cómo combatimos estos problemas en las calles? Hoy no hay duda que el miedo cambió de bando, pero ese es el primer paso.