Por Mario Alberto Hernández
México requiere empresas, producto de la visión, creatividad y disciplina de emprendedores que ponen empeño y enfoque en sus proyectos. Un indicador clave de cualquier entidad federativa sería la creación de empresas, y aunque para la consolidación de los negocios es necesario hablar de temas como la seguridad, situación geográfica y estructura gubernamental de promoción, en este espacio me enfocaré en una de las variables menos atendidas, pero más contundentes el emprendedor: sus creencias.
Un negocio o empresa consolidada en México es aquella que se posiciona en el mercado y alcanza la rentabilidad; mientras que una empresa madura ha alcanzado un crecimiento sustancial y se sitúa en una posición estable en el mercado, incluso logra la expansión de alguna forma.
Con base en los datos del INEGI, en promedio, las pymes en México existen por 7.8 años, pasado este tiempo las posibilidades de consolidación son muy amplias, pero hay que revisar y, en su caso, corregir la estructura para lograr dicho estadio. 6 de cada 10 pymes en México tienen más de 11 años de existencia.
¿Qué limita al emprendimiento?
Cuando usted habla con un emprendedor y le pregunta por qué le limita en su desarrollo, normalmente no le responde acerca de lo caro que sale la seguridad social, los impuestos (locales o federales) ni le responde quejándose de la competencia, estas variables -para el verdadero emprendedor- ya “están dadas”, esto es, son parte del ambiente para emprender.
En el lenguaje hay muchos elementos que muestran las “creencias” y por otro lado las “realidades”, las “creencias” son esa cosa que habita la mente y no permite avanzar, pero que al confrontarlas desaparecen, a los vendedores les pregunto: ¿Qué hay debajo de la sábana de un fantasma? Y la respuesta es “nada, no hay nada” lo mismo sucede con una creencia, si la confrontamos no hay nada y la parálisis puede disolverse.
Es fácil detectar una creencia escuchar frases como: “creo que no voy a poder” o “se me hace que ha de ser caro” o incluso expresiones surgidas del imaginerío colectivo “me han dicho que eso es difícil” permiten entender que es sólo una creencia.
Otro caso son lo que llamo “realidades”, que son esas cosas, hechos o circunstancias que verdaderamente nos detienen, pero que al resolverlas, de inmediato continuamos con el trayecto por ejemplo, expresiones como “Tengo que pagar esto primero antes de …” o “hay que tener conocimientos fiscales para hacer esto…” no son creencias, sino hechos que de resolverse permiten seguir adelante, buscar asesoría o estudiar mejor el tema, son parte de la solución.
Conocer el lenguaje ayuda mucho a saber la naturaleza de lo que nos detiene para tomar una decisión y esto aplica no sólo para hacer empresa, sino para todo en nuestras vidas. ¿A usted que lo limita, qué se dice y cómo lo toma? Escríbame y cuénteme.