Por Raúl Rosillo Garfias
La necesidad de dirigentes y líderes en todos los sectores de la sociedad es evidente, y se evidencia en la gran cantidad de eventos que se dieron en torno a la figura de Alfredo V. Bonfil, muerto en un accidente aéreo hace 52 años, del que se desprenden infinidad de hipótesis y de sospechas, en torno a su desaparición, pero primero fue en la casa del ejido en Tequisquiapan, y hoy muy temprano en la sede nacional de la Confederación Nacional Campesina, pero también en el Municipio de Amealco en donde hizo acto de presencia la dirigencia estatal de la CNC y desde luego un evento más en la Escuela Alfredo V. Bonfil en Tequisquiapan.
Fue precisamente el queretano Rubén Galicia Medina, quien a nombre del sector agrario hizo un discurso muy ilustrativo y biográfico de Alfredo V. Bonfil, pero también de la necesidad de que se vuelva los ojos al campo un sector sin el que no se entiende la sustentabilidad de las ciudades y de las sociedades modernas y de todos los tiempos, pues se repite ahora que de cuando en cuando se puede requerir de un ingeniero, de un médico o de algún otro profesionista, pero de los hombres del campo se requiere a diario para acercar los alimentos a la mesa de todo los habitantes del universo… así es la importancia de este sector.
Ahí en la sede de la CNC, y ante la dirigente nacional de la Confederación, Leticia Barrera Maldonado, Rubén Galicia hizo gala de sus dotes de político de toda la vida, presidente municipal, y dirigente del PRI en épocas de unidad y de esfuerzos conjuntos.
En Amealco, Oscar Pérez, reconoció el liderazgo de Alfredo V. Bonfil, se reunió con los dirigentes de la CNC de la entidad encabezadas por Joaquín Montenegro Gutiérrez, y con parte del equipo de trabajo de esta confederación que aglutina a cientos de personas y ahora multicolores, ahí se vio la presencia de Francisco Perrusquía, y de Jesús Ramírez, entre otros reconocidos cenecistas.
Mientras que en Tequisquiapan, el alcalde Héctor Magaña gozo de la identidad que tienen con el líder campesino, los alumnos de la escuela que lleva su nombre y además la emoción y la facilidad con la que se entonó el himno agrarista que por mucho tiempo identificó a los hombres del campo.