El aparato de gobierno hizo todo lo posible para manchar la elección, pero sobre todo vulnerar la voluntad popular. Buscaron imponer una reelección necia a través de acciones autoritarias.
Así como en otras elecciones municipales, la policía municipal armada entro hasta las casillas, los funcionarios públicos merodeaban y los funcionarios electorales se convirtieron en comparsas.
No les bastó disuadir al electorado tirando balazos e incitando el ambiente de miedo las noches previas a la elección. No les basto condicionar programas sociales a cambio de votos, no les bastó lucrar con la necesidad de la gente comprando votos a favor de Acción Nacional.
La operación gubernamental fue más a fondo, utilizó a la fuerza pública para cuidar y escoltar a sus mapaches, utilizaron a la policía para identificar y disuadir a los funcionarios electorales, la policía municipal interactuaba, respaldaba a los funcionarios municipales para que entraran y salieran de las casillas de forma impune. La escena de la policía mostrando sus armas dentro de las casillas era una postal recurrente en todo el municipio.
Fue evidente el manejo de las boletas, el cómo armaron un operativo para manipularlas, de sacarlas de las casillas y llenarlas ante la complacencia y protecciónn de autoridades municipales.
Son constantes las casillas con diferencias entre el número de boletas marcadas y las declaradas en las urnas, los folios de las boletas no son coincidentes con los que fueron entregados originalmente al inicio de la jornada electoral, boletas que no están selladas por la autoridad electoral. La negativa de abrir urnas, más de 20 actas ilegibles. En resumen, la necesidad de abrir la totalidad de todas las urnas dado el nivel de manoseo que tuvo esta elección.
Estamos en el proceso de conteo de votos en el Consejo Municipal. Destacan dos cosas: una la cerrazón de la autoridad electoral y la negación para transparentar la elección. La otra es un gran catalogo de irregularidades que son la punta del iceberg de una elección que fue alcanzada por la corrupción y la imposición gubernamental.
En Colón solo pedimos transparencia, que la voluntad popular no sea mangoneada por quienes buscan aferrarse al poder para seguir beneficiando intereses particulares, dejando de lado la necesidad de mucha gente que busca un mejor gobierno.
Colón necesita certidumbre y certeza de un proceso electoral que dejó todo lo contrario. Somos ciudadanos apegados al derecho y al derecho nos conduciremos.
Ejerceremos nuestros derechos conferidos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
No caben egoísmos ni mezquindades. No tenemos miedo.
Los colonenses se organizan y ejercen sus derechos. Quieren un gobierno que los represente, no que los intimide, quieren un gobierno del cual se sientan orgullosos, no que los robe y los avergüence.