Por Jerónimo Gurrola Grave
En gran show mediático se ha convertido el juicio que se desarrolla en Nueva York contra Genaro García Luna, ex director de la Agencia Federal de Investigación (AFI), durante el Gobierno de Vicente Fox y ex secretario de Seguridad Pública en el Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, de 2006 al 2012, que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador utiliza muy bien en sus conferencias mañaneras para aparentar ante los mexicanos ser ejemplo de moralidad y honradez, y que cumple su palabra de ser implacable contra quienes han cometido y cometen actos de corrupción, cuando de sus opositores se trata, aunque en su gobierno esté igual o más podrido por este mal.
En el juicio contra este ex funcionario acusado de cometer los delitos graves, de tráfico de droga a los Estados Unidos para el Cártel de Sinaloa, delincuencia organizada al recibir sobornos de millones de dólares, declaraciones falsas, y entre otros delitos, amenazar a periodistas y testigos potenciales, que de ser encontrado culpable puede ser sentenciado a 10 años de cárcel hasta cadena perpetua, salvo que llegue a un acuerdo y se declare responsable.
Culpable o no, no deja de ser curioso que la Fiscalía estadounidense revele que tiene una lista de más de 70 testigos para declarar en su contra. Todos, jefes criminales y narcotraficantes protegidos que buscan “aportar información” para reducir sus penas al interior de las cárceles, como Sergio Villarreal, “El Grande”, Tirso Martínez, “El Futbolista”, Oscar Nava, “El Lobo” y Adrian Ibañez, policía de la Administración de Control de Drogas (DEA), etcétera. ¿Quién los propone y de dónde los sacan? ¿Por qué sólo se considera verdad cuando sus honorables testigos declaran contra quien por resentimientos, frustraciones y venganzas políticas les conviene destruir, y consideran calumnias y descalifican a sus testigos de lujo cuando los comprometen a ellos?
Viene esto a cuento porque en la comparecencia de Jesús “El Rey” Zambada, en el juicio de García Luna, ocurrido el pasado martes 14 de febrero, último testigo considerado por las autoridades antes de emitir el veredicto del tribunal, salió a relucir una declaración hecha por éste en 2013, consistente en que él pagó 7 millones de dólares en sobornos a Gabriel Regino, Subsecretario de Seguridad Pública del presidente Andrés Manuel López Obrador cuando éste fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Durante el interrogatorio, el abogado defensor de García Luna, César de Castro, le preguntó al narcotraficante si recordaba haberle dicho al gobierno de los Estados Unidos, en julio de 2013, sobre el pago de 7 millones de dólares al actual presidente López Obrador a través de su excolaborador, que serían utilizados para una campaña electoral. Como era de esperarse, dicha pregunta no le gustó a López Obrador, y furioso, calificó al abogado de “chueco y calumniador”.
Inmediatamente después, durante la conferencia de prensa matutina, el mandatario calificó al abogado como “falsario” y aseguró que el narcotraficante Jesús Zambada, resultó ser más honesto que el actual defensor del ex secretario de Seguridad Pública, César de Castro. “Lo de ayer, dijo, es una muestra clara, de quererme involucrar, este abogado falsario, calumniador, chueco… resultó más derecho Zambada; pero si se analiza este abogado es parte de la misma mafia de García Luna, de los jefes de García Luna y toda la red de delincuencia política. Se equivocó el abogado”, declaró AMLO en Palacio Nacional.
Todo iba bien. El presidente explotaba políticamente la detención del exfuncionario para acusar a Felipe Calderón en sus mañaneras, su enemigo favorito, hasta que el presidente pagó las consecuencias de escupir hacia arriba.
Y llama la atención que cuando el abogado César de Castro preguntó al Rey Zambada, si recordaba haber declarado el pago de siete millones de dólares a AMLO a través de Gabriel Regino, éste respondió que no, y que “No podría haber dicho eso, porque no es cierto”. El narcotraficante bien pudo haber dicho solo que no lo dijo, pero cómo sabe que “no es cierto”? ¿Quién lo orientó a responder así? Bien dice el dicho que para tener la lengua larga, hay que tener la cola corta… y AMLO no la tiene.