Cuando los hombres del poder entienden que en el ejercicio de la política no existe el «nunca» ni él «siempre», y sobre todo cuando saben que la soberbia es el peor de los cánceres a los que se enfrentan, todos intentan ser sonrientes y tratar de ganar empatía. Pero los seres humanos son sensibles y observadores; más allá de lo que todos se imaginan, sienten la energía negativa y poco cercana de los entes que andan jugando para colocarse en las preferencias o en las zonas estratégicas y protagónicas… porque debe quedarles claro que la guerra se gana con imaginación y con engaño, o con estrategia; y haciendo caso a los rumores y a los trascendidos, uno a uno hay que valorarlo, verificarlo y atenderlo, porque se convierten en cánceres sociales.
Sin duda que los políticos de ahora leen con mucha atención todos los trascendidos y las frases célebres que se construyeron durante el gobierno priista; sobre todo el de algunos que tenían una visión de segregación racial, como Oscar Bravo Herrera, que era el secretario de Agricultura de Luis Echeverría. Se dice que en una charla les decía a sus colaboradores que no dejaran de atender a este sector… y entonces el secretario Bravo Herrera dijo que para qué apoyar a los hombres del campo, que… ellos estaban programados para votar, no para producir… Y hoy, tal vez quien está en este sector cree lo mismo y se está dando de topes, porque los hombres del campo, si tuviera que haber jerarquías, debieran ser los más reconocidos y los más ponderados por el esfuerzo y la capacidad que tienen para alimentar al país…. Un país que no es soberano porque ha dejado de atender a su sector primario… Hoy somos el segundo comprador de granos básicos del mundo y pronto seremos el primero si las políticas del campo no cambian.
Y entonces habrá que aterrizar en lo que decía Nelson Mandela cuando estaba saliendo de la cárcel: «Las mentes que buscan vengarse destruyen estados, las mentes que buscan reconciliación construyen naciones… Cuando caminé hacia mi libertad entendí que si no dejaba atrás la ira, el odio y el resentimiento, seguiría siendo un prisionero»… Pero tal vez el ahora ex presidente, que intenta reescribir la historia y torcer los caminos de esta nación, nunca leyó a Mandela; por eso sus gobiernos y su herencia en Claudia están llenos de ira y de rencor en contra de todos los que no piensen como ellos… Es cuanto en el Callejón… que pronto será calle.









