Cuánto hay que recorrer la historia para dejar en su lugar a la Presidenta de México. Ella tuvo de maestros a los verdaderos líderes del 68, que dejaron en ella la huella de la lucha por las libertades, por la democracia, por el Estado fuerte y próspero, y por los derechos universales. Hoy deja constancia de que su generación se preparó para alcanzar el poder y luego revertir el odio que acumularon durante décadas al realizar gobiernos corruptos, ligados a lo más negro de la sociedad, y que se han protegido como pandillas, con discursos como el de Ricardo Monreal, que debería renunciar a dar clases en la UNAM, si eso es lo que intenta que sus alumnos de doctorados, de maestrías y de licenciaturas, practiquen el día de mañana.
Sin duda que aprendieron bien, que la actividad porril la tienen en su ADN y no la van a abandonar; les ha dado resultados. Lo del pasado 15 de noviembre fue una muestra clara; hay manera de controlar la entrada al Zócalo, hay manera de que grupos de golpeadores perfectamente identificados aparezcan de la nada, claro.










