Por Raúl Rosillo Garfias
Ahora resulta que la libertad de prensa se pone en entredicho y que, desde el gobierno, pretenden que las… benditas redes sociales, las voces críticas en contra de quien ejerce el poder, deban callar. Y luego señalan que no se está intentando, para nada, convertir a México en una dictadura… en este país en donde todos los males son herencia del pasado, o de los neoliberales, de los conservadores.
Y en donde, a pesar de las negras páginas que ha escrito en tan solo seis años Morena, no quiere ser juzgado por una sociedad cada vez más politizada, una sociedad cada vez más crítica, que incluso huye de los programas sociales, porque —al final del día— no salen del bolsillo de los gobernantes, sino del de los empresarios y de todos los mexicanos que consumen algo, en donde sea.
Todo esto les molesta, y les molesta aún más las calificaciones que hace el Banco Mundial, que dice que no se crecerá nada en este 2025, y que para 2026 apenas se habla de un 1.1% de crecimiento, lo que, desde luego, es un desastre y arrastra al país —y a quienes menos tienen— a más pobreza.
¿Qué otras cosas peligran? La relocalización de empresas, conocida como nearshoring, que tendrá un impacto económico negativo para México y su economía. Sin embargo, con las políticas que se han seguido en Querétaro, se ha logrado que sea una de las capitales económicas más importantes del país, a pesar de su tamaño como entidad.
Los temas aterrizan en un tiempo en donde los metafísicos dicen que, con la muerte del papa Francisco, se abrirán nuevos portales que generarán cambios en el universo. Y sin duda, todo esto tendrá que ver con transformaciones políticas, con los tiempos que vive el mundo, entendiendo que esto cimbrará también a la Iglesia católica.
Ahí también hay grupos, sentimientos y luchas internas. Pronto habremos de saber quién dirigirá los destinos de más de mil millones de católicos en el mundo… pero que este deceso causará movimientos en todo el orbe, no lo duden, no lo olviden y no dejen de seguirlo. Los cambios serán económicos, políticos y sociales, y darán mucho de qué hablar en cada gobierno, sin importar su tendencia.
Porque, nuevamente hay que decirlo: es mejor gobernar con la Iglesia que sin ella.