Por Claudio Osornio
***Así eran las charlas con Oskarus Amezkitum.
Las de Oscar Amézquita Ugalde, fueron siempre pláticas intensas, y a la vez relajantes; irreverentes y a la vez edificantes. Hace algunos meses, coincidimos en el legendario “Bar Casino” de San Juan del Río. El mismo en donde José Alfredo Jiménez, se detenía para “aplacar” esa extraña sed, que “nos hace brindar con extraños y a llorar por los mismos dolores”.
Tras algunos tragos y “recitales sabinescos” -los de rigor- caímos irremediablemente al tema electoral. Sin embargo de inmediato noté que habíamos llegado a ese punto, más por voluntad mía, que otra cosa. En realidad mi amigo se mostraba “asqueado” de todo lo que tenía que ver con política y sobre todo con el tema electoral.
Soy honesto al reconocer que nunca imagine, en ese momento, que el “dolor de ciática” que lo había “alcanzado”, -según decía él- le estaba en realidad carcomiendo el ánimo y el alma. Sin darme cuenta comenzó así, de repente, un diálogo hilarante sobre temas tan diversos, como el maltrato animal, la época de oro del cine mexicano, e incluso los proféticos Simpson salieron a colación. Así eran las charlas con Oskarus Amezkitum.
Conocí a Oscar Amézquita Ugalde, iniciando los años noventas, en las canchas de basquetbol de la Unidad Deportiva Norte de San Juan del Río. Su tiro de larga distancia era temible y contrastaba con su cadencioso drible, al más puro estilo del “pasito tun-tun”. Cruzábamos algunas palabras, pero nunca jugamos en el mismo equipo.
Un par de años después, lo volví a encontrar. Ahora el estanquillo de la Facultad de Sociología de la UAQ, fue el lugar en donde tuvimos nuestra primera conversación, como gente decente. La coincidencia de ser orgullosamente originarios de “San Johnny River” y contar con “genes jalisquillos” allanó cualquier “purrum”.
En realidad fue poco el tiempo que coincidimos, como estudiantes universitarios, pero en ese breve lapso, nos tocó vivir la transformación de la Facultad de Sociología a Ciencias Políticas y Sociales.
Recuerdo que Oscar, asumía en medio de carcajadas y “micheladas Premium”, que la Carrera de Periodismo y Comunicación, era la “hija bastarda” de la Ciencia Política de Habermas y la Sociología de Comte. Así eran las charlas con Oskarus Amezkitum.
Una fría mañana del mes de noviembre del 2011, tras una noche tormentosa, me encontraba a las afueras del Bar de “Don Jorge” en plena Avenida Juárez, arteria vital del municipio sanjuanense. La terrible resaca, no era nada, comparada con el sentimiento de culpabilidad que me embargaba.
“Cuando le abres la puerta a tus demonios, lo más seguro que es que algunos de ellos, prefieran huir, antes que regresar al infierno que pertenecen”; fue la frase que me regaló mi amigo, una vez que logré acomodarme, en la barra del lugar. No sé si fue algún texto que memorizó o recordó al ver mi estado. Nunca he investigado. Hay cosas que así deben de quedarse. Pero lo que sí sé, es que esas palabras, taladraron mi mente y se quedaron a vivir en mi corazón, sin pagar alquiler. Así eran las charlas con Oskarus Amezkitum.
La mañana de éste domingo 24 de Junio, como buen parroquiano, instantes después abrir los ojos y tomar el celular, consulté el oráculo (Facebook) y así de bote pronto, me enteré de la muerte de Oscar. Supe que lo velaron en Mausoleos Guadalupanos y hubo también, en su nombre, una Misa en la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe. Yo prefiero recordarlo de otra manera. Confío en que alguna vez volveremos a echar una platicada.
Así las cosas, nos leemos en la próxima entrega…