Edilzar Castillo. Q.E.P.D.
Era un ser solo, callado, sabio, cariñoso, así lo recuerdo, no sé porque razón los últimos años de su vida él vivía solo, en una casa muy grande, que le quedaba muy grande, pero él la conocía toda y la llenaba con su vida hacendosa, donde siempre estaba ocupado, elaborando algo. Él era talabartero. A pesar de que a la edad en que ya era abuelo había atesorado un capital suficiente como para vivir sin esforzarse, no, él seguía productivo, activo, con ambiciones, dentro de un marco estricto de honestidad formalidad y respeto por los valores de la vida.
Ese ser me toco conocer, convivir con él, en mi niñez, hoy que lo recuerdo, pienso que fue como cursar la más prestigiosa Maestría. En ese entonces yo era un niño, que solamente soñaba en juegos y en la vida libre, sin prejuicios. Con él aprendí a trabajar cuando se debe hacer, a reír en los momentos que la vida era benigna, a cantar y a soñar.