En esta trayectoria,
he sembrado caminos
he cultivado amigos
he esperado un árbol frondoso.
El árbol, aún no es frondoso
junto a él, una silla vacía
en el cielo, la tristeza brilla.
He intentado pergeñar algunos versos
se han quedado suspendidos, malogrados,
en espera.
Quise volar en la soledad
acercándome a los pájaros,
encontré al infinito, sin fin.
Azul inútil, de mi vana espera
porque miles de piedras
sepultan, los besos envejecidos.
Veo al espejo, te veo
pero tú, no me ves.
Sólo escucho, saqueos, revoluciones
asesinatos, sin cesar, sin cesar,
pasan los mendigos
golpeando su suelo nocturno, siempre.
En el jardín, las flores se ajan
los libros cerrados,
poemas inacabados
las llaves, echadas al fondo del pozo.
Las palabras de la poesía
las busco en el sur,
en los pájaros,
en los vendedores ambulantes.
Hogares desiertos
calles frías, vecinos extraños
muchos baches
y yo, tirado al cielo.
Ya no están las llaves
que mi madre traía al cinturón
sabían los secretos de mi infancia
y las vías ocultas de la noche.
Aquí estoy, ajeno al azul
ajeno a los ríos
ajeno a la montaña
las frutas ruedan,
¿A dónde ir?
Aquí olvidamos, muy rápido
el pasado,
hemos perdido el presente
los vuelos al futuro
son indecisos.
La luna vieja herida,
en el seno del cielo
calla, aunque las palabras
zumban en los pájaros
en sus gorjeos.
No se poseen armas
para afrontar lo oscuro
salvo la luz del poema.
Mi cielo, no tiene pasaporte
sin frontera
ahí voy
por los caminos del aire.
El olor del mundo
lo percibo
sus voces no se encuentran
aun oyendo todo
estamos en esa oscuridad
donde hablamos
para no decir nada.
Mi esposa
me observa
su mirada de amor
transforma el poema
por suerte, no puedo escribir
los últimos versos de mi sueño
nada se me ocurre
es todavía la mañana,
¿Quieres desayunar?.
Edilzar Castillo E.P.D.