Por.-Fernando Roque
Este 15 de agosto se instituyó como un homenaje a nuestro cine, pues a lo largo de la historia hemos creado un patrimonio fílmico muy importante. Hay que recordar que el Cine es cultura, arte y negocio; debemos estar orgullosos pues nuestra cinematografía abarca una gran cantidad de películas que nos dan identidad como nación. Recordemos su origen: El Cinematógrafo llegó a nuestro país de Francia en época de don Porfirio Díaz: agosto de 1896. México ya conocía, antes del invento de los hermanos Lumiére (Luz) la exhibición de imágenes animadas gracias al kinetoscopio, invento de Thomás Alva Edison, el cual llegó al país en enero de 1895. Pero fue el invento de los Lumiére el que tuvo éxito durante su primera exhibición mexicana, el 14 de agosto de 1896 en la droguería (farmacia) “Plateros” en la calle Plateros 9 (hoy calle Madero de la Ciudad de México) siendo muda y en blanco y negro. Los que trajeron el invento a nuestro país fueron C.J. Bernard y Gabriel Vayre; la primera cinta que filmaron aquí fue “El presidente Porfirio Díaz montando a caballo por el bosque de Chapultepec”. Don Porfirio autorizó la realización de 26 películas (por lógica él aparecía en casi todas pues era muy coquetón y hasta se blanqueaba para verse más afrancesado).Una de ellas fue la reconstrucción de un duelo con pistolas entre dos diputados, en Chapultepec, la cual provocó protestas en los periódicos (en la actualidad hubieran dicho: “Ojalá se maten los dos”) siendo el antecedente directo de nuestro cine de ficción. Los representantes o ¿repretransantes? de los Lumiére también viajaron a Guadalajara, la cual tenía una gran población francesa y filmaron tres películas: “Pelea de Gallos”, “Elección de yuntas” y “El amansador” o ¿amensador? Pero también llegaron a la CDMX en 1896 los enviados de Edison, que no quería dejarse ganar el negocio (ya había patentado el “Vitascopio” que también proyectaba en pantalla) y filmaron en la perla tapatía “El lazador mexicano”, proyectado después con mucho éxito. Este aparato fue presentado en la CDMX en el circo-teatro Orrín. Cuando se marcharon los franceses enviados por los Lumiére, su material lo siguió exhibiendo el empresario Ignacio Aguirre, quién competía con la agencia Edison; por aquella época los agentes de este conocido inventor filmaron y exhibieron en E.U.A varias películas filmadas en México, cintas breves con duración inferior a un minuto y conservadas en la Librería del Congreso de Washington. En 1898 llegó a nuestro país Enoch J. Rector, estadounidense que proyectó en el Teatro Nacional el combate de los boxeadores James Corbett y Bob Fitzsimmonds siendo criticada por la prensa mexicana. También llegó el gringo Otway Latham quién quería filmar “Los ritos de los flagelantes en una representación anual de la medio salvaje versión de La Pasión cristiana”, pero se resignó a filmar corridas de toros para asombro del público “más civilizado” neoyorquino. ¡Veamos más cine mexicano¡