*** Los magníficos Laureles de la India, se infestaron de plagas y de parásitos y ya los cortan.
*** El Boulevard Jardines de la Hacienda, se distingue por los enormes árboles que enseñan sus raíces.
*** Nada hay para salvarlos, pero nada hay para reponer su sombra y su majestuosidad.
Por Raúl Rosillo Garfias
Así lo perciben los vecinos de la Colonia Jardines de la Hacienda… cuando ven que llegan grúas, y motosierras en mano, al boulevard Jardines de la Hacienda, en donde empieza de manera inmediata la tala de viejos Laureles de la India, que dicen tienen enfermedad, plaga y hay que derribarlos… cuando llegan las motosierras… la gente dice que se preparan para la muerte esos árboles… y poco a poco van dejando de tener follaje.
Los jardineros de la zona, responsables del parque y los camellones, dan sus explicaciones llanas, los pájaros cargan con plagas en sus patas y los infectan… otros dicen que han llegado plantas u hongos zánganos que se comen la fortaleza de los árboles y estos se secan.
Así le sucedió al gran laurel que estaba en Rivera del Río y Corregidora, en la subida al Cerrito o rumbo al Tepetate, recuerdan otros… y como a aquel se le hizo la lucha con biólogos y con ingenieros forestales y no lograron nada, ya no le buscan, lo más sencillo las motosierras y se trocean… llegan las grúas para los trozos pesados y a los camiones de inmediato… a dejar el menor rastro posible…
Ahí en Jardines de la Hacienda, la masa vegetativa, es en verdad muy bella, los Laureles por muchos años inclusive enseñaron las raíces que parecen garras que se meten en la tierra y en el pavimento cercano, como diciendo… aquí me gusta vivir, aquí tengo vecinos que hablan conmigo… pero lógicamente los Laureles de la India, tampoco son endémicos de Querétaro, aunque tengan centenas de años aquí…
Triste ver como esos enormes troncos, con sus brazos alzándose al infinito van sucumbiendo uno a uno ante la fuerza del hombre y sus inventos, y ante la indiferencia de muchos que ni los voltean a ver, de esos que no se han dado cuenta que el derribar un solo árbol es condenar a la ciudad a más calor, porque precisamente el día que se le hizo leña dos tres o 100 vehículos más salieron de las agencias a lanzar sus contaminantes a la atmósfera y a calentar el pavimento que le ha restado movilidad a quien desea caminar…