Por Claudio Osornio
Fueron las declaraciones del propio ex Gobernador José Calzada Rovirosa -realizadas a medios de comunicación locales- las que confirmaron que ni él ni su esposa Sandra Albarrán, buscarán cargos de elección popular en Querétaro para el proceso electoral del próximo año.
Además Calzada Rovirosa precisó que se mantendrá “al lado” del Presidente Enrique Peña Nieto, hasta que concluya la actual administración federal. De “botepronto” la postura del actual titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Recursos Naturales, Pesca y Alimentación (SAGARPA) fue leída como un “mal presagio” para los simpatizantes del Revolucionario Institucional en Querétaro.
Sin embargo con el paso de los días y en base a las actitudes que han evidenciado los distintos suspirantes priistas a cargos de elección popular para el 2018, es notoria la existencia de un “acuerdo” que contempla además de “candidatos amarrados”, a otros más que tendrán que eliminarse a través de mediciones estadísticas de popularidad. El tamaño del “acuerdo” es el tamaño de la “malicia” que está ya corriendo por sí misma.
De alguna manera los métodos que aprobó el Comité Estatal del PRI para determinar las distintas candidaturas por dos distintos mecanismos (Convención de Delegados y por Comisión), adelantaban “la jiribilla” que le pondría el tricolor a éste proceso electoral.
Sin embargo nadie se imaginaba por ejemplo que tanto el diputado local Mauricio Proal y el dirigente municipal del PRI en la capital del estado estén “ponderado” en plena sincronía las ventajas y desventajas de ser los abanderados del tricolor a la Presidencia Municipal de Querétaro. Fortalezas y debilidades hoy pesan más que nunca.
Misma situación ocurre en San Juan del Río en donde el ex diputado local Gerardo Sánchez y el ex alcalde Fabián Pineda, se mantienen a la expectativa quizás haciendo “algunos esfuerzos” para determinar si es uno u el otro el que termina por ser el candidato. En éste contexto él único “amarrado” es el actual delegado de la SAGARPA Gustavo Nieto.
Otro caso que es de llamar la atención por la mesura y prudencia con la que se conducen, es la de los dos diputados federales priístas Hugo Cabrera y Braulio Guerra. El fin de semana pasado ambos coincidieron en sus agendas hasta en dos oportunidades. Primero en la Sierra Gorda y luego durante una conferencia de prensa en la capital de Estado. El reto para ellos es arribar al Senado.
Y si a todas estas señales le sumamos el hecho de que la toma de protesta de los delegados estatales, que llevó a cabo la semana pasada el dirigente estatal Juan Joséé Ruiz, estuvo “más planchada que traje de novio”, tenemos que reportar que en el PRI además de “acuerdo” hay “malicia” para encarar el proceso electoral del 2018.
En la “casa de enfrente” de manera unánime todas las afinidades de Ricardo Anaya dirigente nacional del PAN, recibieron la última “bocanada de aire fresco” que será determinante para las aspiraciones nacionales del dirigente blanquiazul.