Escribe:- Brian Montero
La sangre se movía con cierta gracia en el matraz Erlenmeyer, el reflejo en el vidrio de sus gruesas gafas le daba un halo de maldad, su sonrisa se parecía más bien a una mueca, giró la cabeza y observo a sus tres especímenes humanos cada uno de una región diferente del país. Se acercó a ellos y la iluminación artificial del laboratorio bañaba sus cuerpos desnudos, preparo la encima y les inoculó el virus.
Se fue a dormir plácidamente, soñó con prados verdes.
A la mañana siguiente de pie frente a las tres jaulas se froto la barbilla y asintió con placer sádico, preparo cientos de litros y se encargó de distribuirlos por cada uno de los estados y pequeños pueblos, no había mejor manera de dispersarla que en los depósitos de agua, pasaron algunas semanas y las personas no eran capaces de comunicarse en español, sin querer salía de su boca toda clase de dialectos y lenguas que hace mucho se consideraban muertas. Los locutores de radio, los periodistas de la tv, los que se valían del internet para hacerse de fama, dejaron de transmitir en vivo pues pasaban del español al maya o al náhuatl. Los hospitales, los psicólogos, psiquiatras, los centros religiosos se convirtieron en refugios temporales, solo que Dios no tenía nada que ver con esto.
Las características físicas de la población se alteraron gradualmente, la pigmentación de la piel, los ojos, el cabello, la altura y la masa corporal se homogenizo. Los hábitos y costumbres cambiaron, de pronto las calles de las ciudades quedaron vacías, las plazas, centros comerciales, el transporte público, los automóviles y otros medios usados para desplazarse quedaron en las calles, aeropuertos y escaparates, la tecnología se volvió obsoleta, cualquier artículo electrónico que en días anteriores ocupaba la atención de las personas fueron olvidados por completo. En la imagines de satélite el territorio nacional era una gigantesca mancha oscura. Las personas comenzaron a habitar los antiguos centros ceremoniales y las necrópolis que durante tanto tiempo solo eran lugares para visitar, comenzaron a ser reconstruidas y habitadas.
Las agencias de noticias no daban crédito, los boletines, los diarios, las capsulas, las revistas de ciencias, las paginas en la red, todo hacía mención del cambio tan dramático. Las teorías eran demasiadas, las conjeturas extensas, el evento provocó una psicosis mundial. En varios países muchos mexicanos fueron asesinados y quemados en plazas públicas, por miedo al contagio. Las imágenes en tv, mostraban a miles de personas edificando pirámides y con una apariencia igual a la de los habitantes de la época prehispánica, la mayor audiencia la tenían los sacrificios humanos y las tomas de las escalinatas bañadas en sangre.