Ella se sienta en la orilla del mundo
y juega con sus dedos a alcanzar las estrellas,
imagina que están entre sus manos; brillantes,
tan pequeñas y gigantes, tan risueñas.
De pronto el cielo entero está en su pecho,
y los sueños no son sueños,
y la vida, no es de ella.
En la espera
No quiero cargarme de recuerdos no gratos, de palabras no dichas, de perdones no dados. No quiero buscarte y abrazarte no quiero ver tu cara de fantasma esperando a la parca con ansia. Quiero sufrirte y despedirte con devoción absoluta y la esperanza de verte muchos años delante. No te quiero en mis sueños inquietando la calma y cortando mis alas asustando a la vida con el miedo. Me duele el dolor que te asalta cada día, me duele el dolor de tus fantasmas y tus no fantasmas que esperan, esperan… esperan inertes en tus ojos, y locos de angustia por no perder el momento. La vida te ha cobrado caro los momentos felices y qué importa si son los que se quedan si tienes una fiesta alrededor de tu cama despidiendo tu vida con visiones extrañas.
Cada quien esperando que en el día de su partida, al igual que tú, se despidan de todo a su manera. Con cuántas palabras explico esto que me oprime el pecho, esta mi visión de la muerte, de tu muerte, de mi muerte; de la gente que quiero, que te quiere, de la vida en añicos que te llevas, de pedazos de vida que nos dejas. ¿Con cuántas palabras explico este miedo a perderte, a perderme si te alejas? Y prefiero alejarme ante lo inevitable, no quiero ver el fin de este ciclo inexorable…
No quiero verte partir querido tío.
Mario Bautista Ramírez †
Luz Yunuen Caballero Bautista