Por El Hombre de Negro
El 19 de febrero de 1980, el rock perdió a una de sus voces más emblemáticas: Bon Scott, cantante de AC/DC, murió a los 33 años tras una noche de excesos en Londres. Su fallecimiento, atribuido a intoxicación etílica, dejó un vacío inmenso en la banda australiana, que apenas meses antes había lanzado Highway to Hell, su disco más exitoso hasta entonces.
Scott no solo era el vocalista. Era el alma irreverente de AC/DC, con una voz rasposa, actitud callejera y letras cargadas de sarcasmo y fuego. Su repentina muerte dejó a la banda ante una decisión difícil: continuar o detenerse.
El destino respondió pronto. En abril de ese mismo año, Brian Johnson, un cantante británico de la banda Geordie, fue elegido como su reemplazo. Aunque desconocido a nivel global, su estilo vocal encajó como un guante: potente, agudo, con la misma fuerza eléctrica que demandaba la banda.
El resultado fue Back in Black, lanzado en julio de 1980. Concebido como homenaje a Bon Scott, se convirtió en uno de los discos más vendidos de la historia del rock, con más de 50 millones de copias. Temas como Hells Bells, Shoot to Thrill y You Shook Me All Night Long sellaron el renacimiento de AC/DC.
La llegada de Brian Johnson no borró el legado de Bon Scott, pero sí marcó una nueva era. Una prueba de que incluso en el duelo, el rock puede rugir más fuerte que nunca.
Porque en AC/DC, el trueno nunca deja de sonar.