Bitácora 677.-
Adriano Herrera Álvarez
Amor, soledad, muerte, inquietud, desamor, esperanza, ironía, son los sentimientos y emociones que encontramos en la poesía única del escritor chiapaneco Jaime Sabines. Este escrito surge de un regalo que me hizo hace unos días mi amigo Pepe Cruzz, -sí con doble z, la última del alfabeto, ya que dicen que las últimas serán las primeras-, poeta, escritor, cantante, productor, pero sobre todo mi amigo, esos que en verdad se cuentan con los dedos de una sola mano, ya los restantes cinco, -de la otrora mano-, pueden si la gana me da, ser aspirantes, con todos mis respetos a esos dedos, por si acaso. El libro en cuestión es “Recogiendo Poemas” de Ediciones Zarebska.
Hace ya unos años, en mi devenir de aquí para allá, como tránsfuga irremediable, en un tourbáquico brutal, en la ciudad de Tepic, Nayarit, estaba muy de moda, sobre todo en la Casa de la Cultura, la poesía de Jaime Sabines, en especial el poema “Los Amorosos”, que leían al público a cada rato, bueno hasta llegar a las lágrimas, ignoro si haya habido para entonces en aquellas latitudes, una epidemia lacrimosa de ocasos de parejas, divorcios o liquidaciones sentimentales sin remuneración, de separaciones envilecidas, abyectas o muy decentes, la cuestión es que Don Jaime, traía jodidos a varios con este revelador, irónico e icónico poema. Me di al oficio de lector -hasta la fecha no me jubilan- de leer la obra de Sabines, donde hay de todo, igual que sucede con Neruda, que incluso hizo un poema a la “Colita de los elefantes” entre otros… domesticidades eclesiásticas, eclécticas, que se le atribuyen a los genios, como sucedió con Rossini y su obra “Los gatos”, en donde un coro de niños sobre una melodía exquisita, entonan la sílaba “miau” en toda la obra, o como Salvador Dalí, en una bañera en un departamento de París, con unas muchachas con vestidos transparentes lo acompañan, con fondo musical de Eric Satie, se para y desde el primer piso, vierte en la acera, con melaza un busto X, anunciando al mundo del arte su última gran obra, excentricidades con permiso, pero, ¿de quién?
Escogí para esta columna, no “Los Amorosos”, sobado hasta allá, al igual que “Macondo” del fallecido Oscar Chávez, que quien no haya leído el libro y oye la canción, pensará que es una obra de un loco: “Mariposas amarillas, Mauricio Babilonia, mariposas amarillas que vuelan liberadas…”
Hoy escojo este poema, maravilloso, bárbaro en su concepción, con la suave, tierna crueldad que maneja Jaime Sabines:
LA COJITA EMBARAZADA
Se mueve trabajosamente,
pero qué dulce mirada
mira de frente.
Se le agrandaron los ojos
como si un niño
también le creciera en ellos
pequeño y limpio.
A veces se queda viendo
quien sabe qué cosas
que sus ojos blancos
se vuelven rosas.
Anda entre toda la gente
trabajosamente.
No se puede disimular,
pero, a punto de llorar,
la cojita, de repente, se mira el vientre,
y ríe. Y ríe la gente.
La cojita embarazada
ahorita está en su balcón
y yo creo que se alegra
cantándose una canción:
“cojita del pie derecho
Y también del corazón”.