Bitácora 692.-
Escribe:-Adriano Herrera Álvarez
“En los tiempos de las bárbaras legiones, de lo alto de las cruces colgaban los ladrones…Hoy, en pleno siglo del progreso y de las luces, del pecho de los ladrones cuelgan las cruces”. Anónimo
Cuando era un infante, íbamos con mi madre, a veces con mis abuelos a la iglesia, evangélica, donde no se veneran santos, el pastor puede contraer nupcias, tener hijos, digamos una vida normal, cosa que a los sacerdotes católicos les está prohibido, que para mí sigue siendo un aberración, una estupidez que atenta contra los instintos naturales de aquellos que pretenden ser representantes de Cristo en el mundo; pudiendo ser que el celibato impuesto, los sacerdotes sean proclives a la pederastia, la violación -por supuesto no todos-; esto se asentó en el año 1079… en el 325 D.C., en el Concilio de Nicea, Constantino el grande crea la iglesia católica tras un genocidio de 45 000 Cristianos, donde los torturó para que renunciaran a la Reencarnación, otras infamias que habré de analizarlas más adelante, lo que nos ocupa en esta columna es México ante Dios, un libro escrito por Francisco Martín Moreno, siempre claro y atractivo para la una lectura amena, edificante, reveladora.
“En esta novela histórica, el protagonista central es el alto clero católico mexicano del siglo XIX, el mismo que detentaba más del cincuenta por ciento de la propiedad inmobiliaria del país, sin permitir que dicha riqueza circulara en beneficio de una sociedad empobrecida e ignorante. ¿Qué tal recordar que la iglesia católica contaba con cárceles clandestinas, como las administradas por la Santa Inquisición, con policía secreta, ejércitos privados, fueros constitucionales para que los sacerdotes pudieran escapar de la jurisdicción civil? ¿Por Qué no traer a colación que el clero controlaba los Juzgados de los Testamentos, Capellanías y Obras Pías, auténticas financieras camufladas para colocar empréstitos públicos y privados recaudando obviamente los intereses del caso, a falta de un sistema bancario, o bien, pensar en una autoridad espiritual que cobraba impuestos como el odiado diezmo, aun a aquellas personas que escasamente eran dueñas de su hambre y de su esperanza, o que extorsionaba con cargos desproporcionados a los creyentes al imponer las tarifas por servicios religiosos como la extremaunción y el matrimonio, y además por toda clase de bendiciones y administración de sacramentos? ¿Y su obligación de divulgar el evangelio…?”
“Me refiero, sí, al clero que financiaba ejércitos, derrocaba gobiernos constitucionales, organizaba en las sacristías sangrientos golpes de Estado, revueltas, levantamientos, asonadas y cuartelazos en contra de gobiernos liberales cuando estos apuntaban en dirección de bienes clericales. Condeno al clero que convirtió los púlpitos en tribunas políticas y controlaba el funcionamiento de los poderes públicos, así como las relaciones sociales y familiares; al que acaparaba la riqueza en detrimento de la prosperidad social; al que utilizaba los confesionarios para cuidar sus intereses políticos y económicos, al que concentraba la educación entre ciertos privilegiados impidiendo la alfabetización, al extremo de que el día de la coronación de “su” Iturbide el nuevo país nacía con un lastre temerario de noventa por ciento de analfabetos; el que organizaba fiestas religiosas obligatorias más de una tercera parte del año para aumentar la recaudación eclesiástica y las limosnas”.
“Critico abiertamente a la iglesia que invariablemente se opuso al ingreso de extranjeros no católicos en nuestro país, acción cuyas consecuencias no hemos terminado de pagar; a la que luchó contra la libertad de expresión y saboteó con todo el poder a su alcance recurriendo inclusive a las armas, cualquier proyecto de separación Iglesia-Estado y rechazó con cañones la posibilidad de considerar la libertad de cultos y la de conciencia, la de pensar…¿Qué somos si ni siquiera podemos pensar libremente?”
“Una sociedad educada y dirigida por un clero traidor, voraz, inescrupuloso, prejuicioso, enemigo de la evolución y del progreso, cerrado a las corrientes ideológicas. La “hermosa reacción”, como diría Miguel Miramón. Un maestro retrógrada, retardatario, limitado porque enseña tan sólo una parte del mundo y de la historia por cuidar sus intereses políticos y materiales o por temor a un castigo por divulgar conceptos que pueden atentar contra la unidad de la iglesia.¿Cómo puede resultar una sociedad educada por el clero católico después de trescientos años, más aún si las torturas y las persecuciones impuestas a quien lo desafiaba racionalmente destruían al hombre y su intelecto?¡Cuidado con los espíritus libres, almas descarriadas que pueden conducir a las sociedades civilizadas al abismo! Las bajas clases sociales son fanáticas de lo político y en lo religioso: ahí está la verdadera prima explotable.” “El clero mexicano invariablemente estuvo en contra de los derechos universales del hombre, conquistados a sangre y fuego a raíz de la Revolución Francesa, como lo estuvo en contra de la razón y del intelecto al prohibir la impresión y la importación de libros relativos a la Reforma, a la Ilustración, al Enciclopedismo e impedir la lectura de clásicos como Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Diderot, entre otros, al mismo tiempo que perseguía a “quien pensara peligroso”. “En las páginas de nuestra Historia quisiéramos ver aparecer, con la misma objetividad posible, nombres de personajes eclesiásticos que torcieron el rumbo de México y que, de una forma o de otra, permanecen sospechosamente en el anonimato, cuando todos deberíamos distinguirlos porque resulta imposible cambiar una actitud, el sentido de nuestra vidas, el rumbo y la marcha del país si no desenmascaramos, o dicho sea eufemísticamente, conocemos a estos protagonistas de la Historia. ¿Cómo detener a un enemigo y controlarlo si ni siquiera aceptamos su existencia? ¿Cómo resolver un problema cuando no reconocemos su importancia?”
Del siglo XIX a la fecha, ¿qué ha cambiado?, intrínsecamente nada, ciertamente ya no hay ejecuciones ni torturas públicas, pero ¿las habrá privadas?
El Vaticano ha tenido que pagar hace unos años, millones de dólares a las víctimas por delitos sexuales en, por ejemplo Norteamérica, ya se juzga a un sacerdote como civil, los feligreses sobre todo en Europa han abandonado las iglesias, en Holanda, ahora son bibliotecas. ¿Por qué se nombró un Papa argentino?, porque la fuerza católica se centra en Sudamérica y África y hay que reforzarla, hacerle creer a los ingenuos feligreses la universalidad del papado en la religión católica. Las personas están abandonando las iglesias para encontrar a Dios…Amén…