Contrapuntos: La Guerra y la Paz

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Por: Adriano Herrera Álvarez

“El que combate con monstruos, debe tener cuidado de no convertirse en uno.”

— Dr. Friedrich Nietzsche

No, hoy no voy a disertar sobre el libro “La Guerra y la Paz” del escritor ruso León Tolstói (1828-1910), solamente juntaré algunas ideas sueltas sobre la guerra y la paz del hombre en su diario devenir, nuestros conflictos existenciales; sociales, laborales, familiares, sexuales, espirituales en las diferentes dinámicas de la vida misma; cómo vivimos diariamente, como ente, como sociedad, como entidad, en este caso cualquier sociedad mundial entra en estos rangos que caracterizan al “homo sapiens”, hay muy poca diferencia entre unos y otros, ya que el ADN del hombre así lo dicta, todas las culturas del planeta han tenido épocas de conflagración y tiempos de paz, absolutamente todas tienden a la supervivencia: tomar determinado territorio, formamos sociedades, reproducirse, progresar, crear cultura y sus desarrollos, cuidar sus poblados o ciudades delimitándolas, crear un sistema de defensa de otros desarrollos a través del gobierno, militarizarse, todas las diversas actividades que se requieran, que protejan a los pobladores, al estado, que lo hagan edificante.

Llegan a mi mente dos eventos relevantes respecto al comportamiento primitivo del hombre: Odisea “2001 Odisea del Espacio”, film del director, guionista y decorador de efectos especiales el norteamericano Stanley Kubrick, que tiene una infinidad de esencia, con varias aristas que dilucidar, solo quiero en este caso describir solamente una: con una introducción cósmica de una nave gravitando la Tierra, como fondo la magistral obra de Richard Strauss “Así hablaba Zaratustra” —basado en el libro homónimo del Dr. Friedrich Nietzsche—, inmediatamente Kubrick nos lleva de esa mano genial a la vida de los primates, hace cuatro millones de años, cuando en una mañana, después de unos extraños sonidos que emanaban del cielo por la noche, con la luz matinal aparece en el desierto de los primates el Monolito o Ladrillo de Euler, perfecto en su conformación, un prisma rectangular de color negro, enterrado en la arena; los primates sorprendidos lo vieron, acariciaron, se subieron a él; para mi concepto es un mensaje, una metáfora sobre seres dotados de una inteligencia muy superior, de otros planetas o sistemas, y el color negro del monolito, presagio del abuso, aberración, ya que la ciencia a la postre traería a la Humanidad lo que hoy vivimos: guerras, cataclismos, hambruna, y otras tantas debacles, por el uso malévolo de la ciencia, también está suscrita la paz en sus grandes intervalos cronológicos.

Del libro del Dr. Sigmund Freud, “Tótem y Tabú”, sustraigo un breve pasaje: cuando los pequeños grupos de primates pululaban la Tierra, tenían un líder; ese líder sabía cuándo y dónde había que cazar, dónde estaban las cuevas que los resguardaban; la comuna dependía en gran parte de él. El contrapunto es que los machos no tenían derecho a aparearse; en una ocasión surgió la rebelión, mataron al líder, entonces empezaron las primeras guerras sociales, se dividieron e hicieron su propio pueblo y se diseminaron por las praderas, poblando al mundo. Suena lógico.

Todos los seres humanos nacemos con todas las pasiones, sentimientos, aberraciones, —las desarrollamos dependiendo la cultura— que existen en el mundo emocional; es el paquete que se nos ha conferido, estamos sumergidos en una vorágine de pensamientos que nos llevan a cuestionar, no solo lo que tenemos frente a nuestros ojos, sino nuestro interior, donde se encuentra lo que no vemos, pero que está ahí. Hay que jugar y ganar, en más comprensión, más paz, más abstracción, más bondad…

La peor guerra es la que llevamos muchas veces dentro de nosotros, esa voz silente que una que otra vez tenemos que lidiar; siento que a veces se me expanden las ideas, tanto prácticas como inmediatas, unas salpicadas de algún recuerdo, una cara, un amigo, de cosas un tanto aleatorias. La maravilla de la mente es que la puedes hacer tu amiga, gozar de ella, dejarla salir, que brille, que trascienda tus propias fronteras, que te rebase y te haga o pintar un cuadro, escribir, vivir, solamente eso… vivir…

La paz nos trae una perspectiva exacta de la vida que llevamos, nos da la oportunidad de ocuparnos; además, la paz beneficia cada una de mis células, como lo hace la música, o como bailar en una tarde gris en la playa. Es mucho más difícil la guerra que la paz, en todos los sentidos. Si yo logro gozar mis sueños y materializarlos, estoy en la cadena de los espíritus que operan, no humanoides que caminan, no, eso no…

Pienso en el estado ominoso en que se encuentran países en guerra, encuentros bélicos, hambre, muerte y desolación; invisibilizan a muchos… todo empieza desde adentro de un hombre cuando participa en hechos de anti-supervivencia, una de sus secciones mentales y emocionales se fueron por distintos rumbos, empatándolos con otros que siguen esas rutas de ignominia y muerte.

Estamos hechos de millones de cosas, causas, acciones; nos amedrenta una guerra mundial, pero para los grandes problemas, siempre existen soluciones sencillas, como bien lo dijo el Maestro José de Krishnamurti:

“La Paz Individual es la Paz del Universo.”

adrianoherrera53@hotmail.com

Tags: #Conflictos, #GuerraYPaz, bitacoradiario, Contrapuntos

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