Adriano Herrera Álvarez
“Amado Señor, aparte de tí no hay nada, enséñanos a amarte, ayúdanos a conocerte como Tú eres, y encontrarte en el único lugar lo suficientemente grande para contenerte, que es el corazón del hombre perfecto.” Oración Sufí
He comentado con ustedes sobre mis primeros acercamientos a la iglesia, no a Dios, había un día a la semana en que todos o la mayoría de la familia íbamos a la iglesia, o templo, uno que está en la calle de Argentina “El Divino Salvador”, en el centro de la CDMX, la verdad no sé si todavía exista, pero fueron algunos años en que lo que hacía en la iglesia, era escuchar todo lo que se refiere a la llamada “Clase Dominical”, en donde nos enseñaban a los niños eventos referentes a la Biblia, cómo orar, luego mi participación en el coro de la iglesia y posteriormente una opípara comida de familia; hasta que dejé de asistir en mi adolescencia, ¿por qué? porque prefería quedarme a ver los partidos de futbol o precisamente a practicar dicho deporte con mis amigos. Este es el relato, pero, ¿pensaba quién era Dios? pocas veces, ¿sabía quién era Dios?…menos ¿creía en Dios? tampoco, hasta tiempo después en mis años de adolescencia por algunos motivos empecé a voltear a averiguar quién era Dios ¿qué me hizo tratar de acercarme a Él? el sufrimiento: mi primera decepción amorosa, ya en la preparatoria empecé a sentir el flagelo del alcohol, problemas con la familia, rebeldía y una necesidad intrínseca de llenar un vacío extraordinario que me aplastaba, yo no era un espíritu que opera, era un cuerpo que camina…solamente… sentía una enorme necesidad de cambiar mi forma de vida, de ser, si no feliz, tranquilo, en paz conmigo y con el mundo. Hasta que llegó un día en que fui invitado a una “Experiencia Espiritual” de tres días en una hacienda en Puerto Vallarta. No puedo dar detalles específicos sobre este evento, lo que sí, es que bajó otro Adriano, con otra visión de mí, de la vida anterior, del dolor autoinfligido, de mis momentos de dolor e inconsciencia y ver retrospectivamente mi vida desde que tengo memoria, hasta ese día. No bajé santo de esta experiencia, pero pude observar en mí a través de los maestros y alumnos, que estaba totalmente falto de Dios, no había fe, hacía las cosas como si la vida fuese únicamente una vorágine de acontecimientos aleatorios, vacíos, sin alma, sin nada…un cuerpo que camina. El cambio fue paulatino, mis pensamientos y sentires fueron tomando otros rumbos, preguntas como ¿soy una buena persona? ¿a quién he amado realmente? ¿he hecho acciones que ayuden a las personas que lo necesitan? ¿he sido buen hijo, esposo, hermano, amigo? y fui hacia mi interior en donde encontré que no había sido lo mejor que hubiese podido ser, y empecé a cambiar, a tener la certeza que existe Dios, que me habla, me cuida y protege, pero ¿en donde estaba ese Dios?…la respuesta era que Dios vivía dentro de mí -cuando supe esto que fue como una epifanía-, me sorprendí y sin cortapisas lloré y lloré, no por mí, sino por mis actitudes en el pasado, por los dolores causados hacia mi persona y los que había causado, estaba dándome cuenta quien era Adriano y trato desde hace un tiempo de ser un espíritu que opera, consciente de estar consciente y vivir cada día como si fuera el último: Dios vive en cada uno de nosotros, no allá, ni acullá…. qué maravilla…dentro de mí.
“Siempre ha luchado el hombre por alcanzar el conocimiento de la verdad. En un principio todo lo atribuía a la Naturaleza, pero más tarde observando y meditando, llego a pensar que no era posible que de la nada surgieran a la vida tantas maravillas y obras perfectas, que tenía que existir una fuerza creadora, una inteligencia y un poder superior. En esa creencia se fue afirmando la fe de los hombres, quienes a su vez crearon cultos y ritos para adorar a Aquel de quien había brotado toda la Creación.
Dios no tiene forma, porque si la tuviese, sería un ser limitado, como lo es el ser humano y entonces ya no sería Dios”.
El trono de Dios es la Perfección, la Justicia, el Amor, la Sabiduría, la Fuerza Creadora, la Eternidad. Dios entonces no es una figura, no es una imagen, ni un fenómeno, está dentro de nosotros. Dios no es complicado, misterioso, ni confuso en su Creación, porque lo perfecto es simple; en cambio, las criaturas en sus diferentes escalas, mientras más imperfectas, más complicadas.