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Ese Claro Objeto del Placer

“Dios ha puesto el placer tan cerca del dolor, que muchas veces se llora de alegría.” – George Sand

Todos los seres humanos tenemos derecho al éxtasis a través del placer. Muchas veces lo limitamos al ejercicio sexual, pero el espectro de posibilidades para obtenerlo es mucho más amplio.

Wikipedia nos recuerda:

“Placer se refiere a la experiencia de algo (cosa, acción, sentimiento) que se siente bien, que implica el disfrute de algo. Contrasta con el dolor, que es una forma de sentirse mal.”

Desde el misántropo hasta el más feliz de los hombres, todos tienen formas de procurarse placer: algunas delictivas, otras naturales, pero siempre parte integral de nuestra existencia.

Desde nuestro nacimiento, por ejemplo, se recibía una nalgada para estimular la respiración del bebé, un acto doloroso que sin embargo tenía sentido: la vida inicia con un choque entre dolor y supervivencia. Muchas veces aprendemos con dolor, pero si nos conduce a una mejor existencia, está plenamente justificado.

Hay sociedades, religiones y sectas que ven el dolor como expiración o vía espiritual, realizando penitencias, autoflagelaciones o sacrificios. Esto demuestra cómo el placer y el dolor son interpretados según la educación, cultura y espiritualidad de cada persona.

Existen quienes encuentran placer a través del dolor, los masoquistas, cuyo comportamiento puede ser autodestructivo. Aquí vemos que lo que es positivo para uno, puede ser negativo para otro, mostrando la diversidad de percepciones humanas.

Si enfrentamos dolor físico, mental o espiritual, la mente puede resolver problemas de la mente, buscando alivio y placer incluso en circunstancias difíciles. Incluso los más alienados encuentran, de alguna manera, acercamientos al placer: está en nuestro ADN.

El placer puede ser sinónimo de felicidad: vivir, soñar, trabajar, escribir, pintar, caminar por la playa, ver la sonrisa de los niños, disfrutar de la compañía de alguien querido o saborear algo que nos encanta. La vida está inmersa en esta dinámica.

Como menciona el humanista L. R. Hubbard:

“El precio de una vida correcta es el placer; el precio por actividades anti supervivencia se paga con dolor.”

En resumen, si no sintiera placer al escribir esta columna, estaría haciendo algo sin propósito. Busco eslabonar cosas placenteras a mi vida, aprendiendo del dolor pasado y dejando que la vida fluya, disfrutando y construyendo lo positivo, sin obstaculizar el gozo de vivir.

adrianoherrera53@hotmail.com

Autor

El arte y diseño queretanos en la pasarela Wedi’ye: López Birlain
Tiene oficinas la Secretaría de la Juventud en Colón
Portada Bitácora Diario Edición 1605
EDITORIAL
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