Baruch Spinoza
Adriano Herrera Álvarez
“Dios es la plenitud del cielo; el amor es la plenitud del hombre.” Víctor Hugo
Muchas veces me he preguntado sobre mi creencia en Dios, y siempre llego a la conclusión de que no creo en Él, mejor dicho, tengo, no la creencia, sino la certeza de su existencia y pudiera nombrar las miles de veces que lo he sentido, dentro de mí, en mi sino y claro que hablo con Él en mis meditaciones, desde que era un niño. Mis padres me llevaron a la iglesia en donde tuve conocimientos interesantes e incluso estaba en el coro infantil. Me fui alejando de la iglesia cuando ya podía tener la edad suficiente para decir que no iría ya a la iglesia, y dejé de ir, posteriormente la Literatura me dio un factor de realidad sobre Dios, con autores como Hermann Hesse, Federico Nietzsche, Jalil Gibrán Jalil, el Kibalión de Hermes Trimegisto, el Bhagavad-Gita… Me gustó un escrito de Baruch Spinoza, que a continuación les brindo con mucho gusto. Baruch Spinoza, nació el 24 de noviembre de 1632 y murió el 21 de febrero de 1677 a los cuarenta y cuatro años de edad, en Amsterdam, capital de la antigua Holanda, hoy, Países Bajos. Spinoza fue escritor, filósofo, ensayista e investigador. Les presento el texto, que tuvo a bien regalarme Don Salvador Velázquez, le estoy muy agradecido:
CARTA DE DIOS:
“Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho. Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida. Quiero que goces, que cantes y que disfrutes de todo lo que he hecho para tí. Deja de ir a esos templos lúgubres, oscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa: mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos y playas; ahí es donde vivo y expreso mi amor por tí. Deja de culparme por tu vida miserable: yo nunca te dije que había algo mal en tí o que seas un pecador o que tu sexualidad fuera algo malo, tu sexualidad es un regalo con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis y tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.
Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en una mirada de tus amigos o en los ojos de un niño, no me encontrarás en ningún libro.
Confía en mí y deja ya de pedirme. ¿Me vas a decir a mí cómo hago mi trabajo? deja de tenerme tanto miedo…yo no te juzgo, ni te critico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo: yo soy puro amor.
Deja de pedirme perdón. No hay nada que perdonar. Si yo te hice, yo te llené de pasiones y limitaciones, de placeres, sentimientos, necesidades: de incoherencias.
Te hice con libre albedrío ¿cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti?,¿cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice?, ¿crees que yo podría crear un lugar para quemar por el resto de la eternidad a todos mis hijos que se porten mal?
¿Qué clase de dios puede hacer eso?. Olvídate de cualquier tipo de mandamientos o de cualquier tipo de leyes: esas son artimañas para manipularte, para controlarte y que sólo crean culpa en tí.
Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para tí. Lo único que te pido es que pongas atención a tu vida; que tu estado de alerta sea tu guía.
Amado mío: esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso.
Esta vida es lo único que hay aquí y ahora; lo único que necesitas de hecho, es ser absolutamente libre. No hay premios ni castigos. No hay pecados ni virtudes. Nadie lleva un marcador…nadie lleva un registro. Eres absolutamente libre de crear en tu vida un cielo o un infierno. No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo: vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, amar y existir. Así, si no hay nada, habrás disfrutado de la oportunidad que te di y, si la hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal: te voy a preguntar ¿te gustó?¿te divertiste?¿qué fue lo que más disfrutaste?¿qué aprendiste?
Deja de creer en mí: creer es suponer, adivinar o imaginar. Yo no quiero que creas en mí: quiero que me sientas…quiero que me sientas en tí cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hija, cuando acaricias a tu perro o cuando te bañas en el mar.
Deja de alabarme ¿qué clase de Dios ególatra crees que soy?. Me aburre que me alaben…me harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? demuéstramelo cuidando de tí, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido? expresa tu alegría: esa es la forma de alabarme.
Deja de complicarte las cosas y repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo: este mundo está lleno de maravillas.
¿Para qué necesitas más milagros?¿para qué tantas explicaciones? No me busques afuera: no me encontrarás: búscame adentro, ahí estoy dentro de ti”.
adrianoherrera@hotmail.com