Los hijos de Sánchez
Adriano Herrera Álvarez
“La pobreza es la peor forma de violencia.” Mahatma Gandhi
Cuando apenas era un niño, llegaba a casa, casi a diario Doña María, una señora que iba a hacer el quehacer de la casa, vestía un vestido largo, su trenza y sus huaraches, regordeta; hacía de todo, la limpieza de la casa, lavaba nuestra ropa y comía en la cocina, -después de que había comido la familia-, en ese momento supe lo que era la pobreza, sus hijos descalzos, flacos, tímidos, como miedosos, que de vez en vez jugábamos a no sé qué, pero jugábamos. A su padre nunca lo vimos y un día me mandaron a darle un recado a su casa y me fui de espaldas, una mínima casa de madera con techos de lámina oscura, varios perros en un terreno que cuidaban, no tenían cocina, no tenían recámaras como nosotros, no tenían baño, no tenían nada, ese fue el primer dolor que sentí ante la pobreza. Ahora me duele moralmente la pobreza, pero me indigna más la hambruna -aunque van de la mano-, si en este planeta azul, hay de todo para todos… empecé a comprender posteriormente la esencia de la ausencia de dinero, casa y todo lo demás, donde algunos tienen demasiada fortuna, y muchos viven en su forma más cruel; el hambre, la imposibilidad de brindar estudios a los hijos, viviendo una existencia aleatoria, a ver si hay para comer hoy, mañana, pasado mañana o siempre, además de ser una injusticia, un desequilibrio social, es una verdadera infamia.
Un factor de realidad para mí fue haber leído “Los hijos de Sánchez” del Antropólogo de la Pobreza, el escritor, Oscar Lewis, que nace en Nueva York, USA en diciembre de 1914 y muere en diciembre de 1970, que brinda una visión de la pobreza en la colonia Bella Vista, ubicada entre las calles de Marte y Camelia, se extiende sobre toda una manzana en el centro de la ciudad, alberga a setecientas personas (1961), y constituye por sí misma un mundo pequeño: la circundan dos altos muros de cemento por el norte y por el sur, e hileras de establecimientos por los otros dos lados. Estos establecimientos -expendios de comida, una lavandería, una vidriería, una carpintería, un salón de belleza, juntamente con el mercado de la vecindad y baños públicos- resuelven las necesidades básicas de las vecindades, de modo que muchos de los inquilinos raras veces salen de las cercanías inmediatas y son casi extraños para el resto de la Ciudad de México, antes Distrito Federal. Este sector de la ciudad fue en varias ocasiones morada del bajo mundo, y aún en la actualidad la gente teme caminar por sus calles a altas horas de la noche.
En la dedicatoria del libro “Los hijos de Sánchez”, Oscar Lewis escribió: “Dedico este libro con profundo afecto y gratitud a la Familia Sánchez, cuya identidad debe permanecer anónima.”
La familia Sánchez está conformada por Jesús Sánchez y sus hijos: Manuel, Consuelo, Roberto y Marta.
Manuel es el mayor, un verdadero flojo y mujeriego, Consuelo sueña con mejorar su condición social, pero valiéndose del atractivo físico y la hipocresía, Roberto el problemático y Marta la sumisa.Cada capítulo del libro es de uno de los personajes, que analizados son muy diferentes, los une la pobreza, todos quieren salir de ella, pero los cuatro son enemigos de los cuatro, un elemento que determina no poder salir del modo lumpen, todos sueñan, pero nadie realmente hace algo para sacarlos de la miseria, eso aunado con las parejas disfuncionales, son finalmente el caldo de cultivo para el fracaso, la desilusión y la miseria.
El libro trata de la historia de la lucha de un padre por mantener unida a la familia y de la superación de esta familia en medio de la pobreza, de hostilidad y poca esperanza. Más o menos se desarrolla en los años sesenta y setenta. Jesús Sánchez, el padre, en realidad tuvo seis hijos, pero en el libro solamente viene la historia de él y cuatro de ellos.
Durante el día, los patios de las vecindades están llenos de gente y de animales: perros, guajolotes, pollos, gatos y algunos puercos, los niños juegan allí porque es más seguro que las calles. Las mujeres forman filas cuando van en busca de agua o conversan entre sí mientras ponen su ropa a secar al sol, los vendedores ambulantes entran a la vecindad para ofrecer sus mercancías. Todas las mañanas llega un hombre, con un gran bote redondo sobre ruedas, a recoger de patio en patio los desechos de cada familia.
Por la tarde, las pandillas de muchachos de mayor edad, con frecuencia se apoderan de un patio para jugar algo que se asemeja al futbol, los domingos por la noche, se celebra, por lo general un baile al aire libre.
Algunas de las características sociales y psicológicas incluyen el vivir incómodos y apretados, falta de vida privada, sentido gregario, una alta incidencia de alcoholismo. El recurso frecuente a la violencia al zanjar dificultades, uso frecuente de la violencia física en la formación de los niños, el golpear a la esposa, temprana iniciación de la vida sexual, uniones libres o matrimonios no legalizados, una incidencia relativamente alta de abandono de madres e hijos, una tendencia hacia las familias centradas en la madre y un conocimiento mucho más amplio de los parientes maternales, predominio de la familia nuclear, una fuerte disposición al autoritarismo y una gran insistencia en la solidaridad familiar, ideal que raras veces se alcanza. Otros rasgos incluyen una fuerte orientación hacia el tiempo presente con relativamente poca capacidad de posponer sus deseos y de planear para el futuro, un sentimiento de resignación y de fatalismo basado en las realidades de la difícil situación de la vida, una creencia en la superioridad masculina, que alcanza su cristalización en el machismo, o sea el culto a la masculinidad, un correspondiente complejo de mártires entre las mujeres, y finalmente, una gran tolerancia hacia la patología psicológica de todas clases.
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