La Misión
Adriano Herrera Álvarez
“El pensamiento de las misiones es el más grande que ha podido inspirar Dios a los hombres”
Jerónimo Mariano Usera (Misionero español)
En una plática con mis amigos en un café de los portales en el centro de San Juan de Río, en donde se encontraban Héctor Coellar y otros amigos, éste nos narró una misión que llevaron a cabo en La Paz, Baja California, en la península del norte del país, tal plática me conmovió, ya que entre los millones de personas que vivimos en este México, y que hemos estado en esa bella capital, solamente a Héctor Coellar y a su esposa Jaco, se les ocurrió lo que él les va a relatar en esta entrevista. Se dice en los textos religiosos, esotéricos, círculos espirituales, que todos tenemos una misión qué cumplir en esta vida, puede ser una, o varias, la cuestión, la virtud, radica en descubrir cómo vamos a dejar huella, como trascenderemos incondicionalmente con nuestras obras, ése es el meollo del asunto, ya que una misión debe dejar una impronta sublime, espiritual, que ayude a los que vienen detrás de nosotros, que beneficie a la supervivencia del hombre, en cualquiera de sus dinámicas de vida.
-Hola Héctor Coellar, platícanos de tu experiencia en La Paz:
-Te comento que en el año de 1962 fallece mi mamá de nombre María de la Paz Quiroz y dos años después más o menos, a mi papá le ofrecen un cambio en la Secretaría de Recursos Hidráulicos en La Paz, Baja California, esto, platicado por mi papá me dijo que no podía aceptar esa oferta, yo tengo ocho hermanos y para él era complicado aceptar este trabajo, así es que nos quedamos aquí en San Juan del Río, pero para mi papá siempre fue la oportunidad de que si hubiese estado mi madre, por supuesto que él si hubiera aceptado ese cambio y me decía por dos razones muy importantes, en primer lugar que mi madre se llamó María de la Paz y en segundo lugar que este puerto es muy tranquilo, los más bellos atardeceres y mucha tranquilidad en este puerto. Por lo tanto ya mi padre a los ochenta y seis años, me comentó en una oportunidad, que seguramente me iba a gustar mucho este lugar, se lo comenté en una ocasión a Jaco, mi esposa, de tomar unas vacaciones y nos fuimos a La Paz, esas vacaciones coincidieron con mi cumpleaños que es el 23 de enero y resulta que estando en La Paz, hospedados en un hotel, donde los dueños eran unas personas muy generosas, -más adelante comentó el porqué-, pregunté en dónde estaba el Santuario de La Paz y me dijeron que a tres o cuatro cuadras, entonces fuimos y encontré que no había una imagen de la Señora La Paz, era de la Virgen de Guadalupe, entonces le comenté a mi esposa que si la Virgen de La Paz la aportábamos nosotros, pues muchas personas la iban a encontrar, en ese momento tomamos esa decisión, pensé, desde luego que no iba a ser nada fácil y nos dimos a la tarea de realizar esta escultura. Este proceso tenía que ser aprobado por muchas Diócesis, así que al día siguiente que era el día 24 de enero, Día de la Paz, pedí hablar con el Presbítero, lo cual no me fue posible, obtuve toda la información de cómo podía tramitar los permisos para realizar esta obra, así que regresando a casa hice un documento exponiendo la razón por la cual nosotros queríamos donar esa imagen. Después de siete u ocho meses de dar el seguimiento correspondiente, el Padre Pablo Gómez me dijo: “Don Héctor, ha sido aprobado este proyecto, que usted y su esposa aportarán a este Santuario, nada más dígame las especificaciones, pero le comento que no puede estar en el altar principal porque en este recinto se venera una sola imagen, en este caso el de la Virgen de Guadalupe, pero en un costado puede estar colocada la Virgen de la Paz”. Así que con la ayuda de mis hijas y mis yernos, tratamos de averiguar dónde podríamos hacer esta escultura, encontramos un lugar en Atizapán de Zaragoza, en el Estado de México, así fue como ahí empezamos a hacer las correcciones por internet de la imagen, de la forma más sencilla, esta familia que estaba elaborando esta escultura de la deidad, se sumó a esta aportación, ofreciéndonos que sus ojos fueran de cristal y su piel aterciopelada, situación que nosotros, por supuesto, no teníamos inconveniente. Así me imaginaba la imagen desde niño, como quedó, con un azul tenue en su túnica, su vestido blanco y sus manos extendidas hacia el frente, con un halo en su rostro de mucha ternura, como si nos estuviera esperando con un abrazo, tiene una altura especial ya que le pedí al artesano que la escultura tuviera algo mío, y fue mi estatura de 1:77 mts., para esto se tuvo que ajustar un poco el molde en que estaba para que tuviera esas medidas, situación que se les agradece mucho a esta familia de artesanos. Después de algunos días, los escultores me avisan que ya estaba lista, que cómo podíamos llevarla a Baja California, y que ellos se sumaron a esta voluntad, a esta aportación, para ellos fue muy importante elaborar una imagen que va a estar de por vida en un templo tan importante, para ellos fue siempre de llamar la atención, como si este trabajo fuera una bendición. Así es que con algunos de sus allegados se consiguió que se hiciera el traslado vía terrestre, en un viaje de siete días, desde el Estado de México hasta llegar a Mazatlán, y tomar el ferry a la Ciudad de La Paz. Un punto muy importante es que mi padre fallece un seis de marzo del 2004, y lo que sucede es que la llegada de esta escultura a La Paz, es precisamente un seis de marzo, una coincidencia grandísima, es la fecha del aniversario luctuoso de mi padre. La imagen llega a una bodega en La Paz, de ahí se traslada al templo, posteriormente el Padre Gómez, muy emocionado al saber que ya tenía la imagen, había que hacer una celebración, en ese momento no era fácil trasladarnos a la presentación de la Virgen de La Paz, así es que autoricé al Padre a que le diera seguimiento, y que en su momento nosotros regresaríamos, así fue que el 23 de enero del 2022, regresamos a una celebración, que agradecemos mucho a todas las personas de La Paz, a la familia del Sr. Rubén Samaoya del Hotel Blue, que al saber el motivo de nuestra visita, ellos hicieron una aportación de nuestra estancia en su hotel, para que no tuviéramos que gastar mucho en viáticos, la cuenta del hotel iba aumentando, entonces ellos se dieron cuenta de nuestra misión, así es que el dueño nos dio un buen descuento, lo cual agradezco mucho.
-Héctor, ¿cuál es tu sentir espiritual de esta misión que llevaron a cabo tú y tu esposa Jaco?
-Déjame decirte que cuando nosotros regresamos de La Paz y platicando con Jaco, mi esposa, me dijo lo siguiente: “es una bendición muy grande, no es el dar por solamente dar, si nos ponemos a ver quien se postre ante esta imagen a hacer una oración, va implícito tu papá, tu mamá, nuestros hijos y toda la familia que supieron de este proyecto, los invitamos a que se unieran, la relación cordial con el Presbítero, hicieron que todos nos uniéramos en una sola fuerza, para la realización de la Virgen de la Paz ”.
-Dos meses después de que regresamos de este viaje a La Paz, fallece mi esposa Jaco, así es que ahora todavía no es tiempo de regresar, he tenido la invitación del Padre Pablo Gómez, pero no se me hace muy fácil, esperaré un poco más, me ha invitado el Obispo, pero ya habrá oportunidad de ir y platicar de todo el trabajo que hicimos en nuestra misión de llevar a la Virgen de la Paz. El Padre Gómez me dice con mucho entusiasmo que hay más de tres mil seguidores, tanto nacionales como extranjeros que veneran a Nuestra Señora de la Paz, del Perú, de Brasil, de muchas partes de México, ha sido muy aceptada esta deidad. He recibido fotografías de personas de San Juan del Río, que estuvieron ahí y con la emoción de decir a quien fueron a ver, para ellos fue muy significativo estar postrados en una imagen que fue realizada por unas personas cercanas a ellos. Agradezco a Dios que hicimos esta aportación, y tenemos que ser humildes a estos reconocimientos, pues no lo hicimos para que nos aplaudan…
-Muchas gracias Héctor Coellar por esta importante entrevista…
-Gracias a ustedes, mando un saludo cordial al Profesor Raúl Rosillo Garfias…
-Hasta pronto…